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Cuando un monaguillo cuelga la sotana

By Diciembre 06, 2022
Jaime inició su servicio como monaguillo a los nueve años de edad. El pasado 7 de noviembre celebró su última Misa como monaguillo. Jaime inició su servicio como monaguillo a los nueve años de edad. El pasado 7 de noviembre celebró su última Misa como monaguillo. Parroquia San Diego de Alcalá

Una vez tenía que preparar el incensario, comenzó a moverlo de un lado al otro tan rápido y tan fuerte que las cadenas se reventaron, el incensario con el carbón encendido salió volando y pegó contra la pared de la sacristía. Aun hoy hay un hueco allí, dichosamente tapado con pintura.

Aunque narra esta historia con humor, en su momento la regañada que se llevó no fue nada divertida. Jaime Mesén es un joven que culminó su labor como monaguillo tras casi 20 años de servicio en la Parroquia San Diego de Alcalá, en La Unión de Cartago.

El pasado lunes 7 de noviembre se puso por última vez la sotana, el alba y el roquete para ayudar al sacerdote en el altar. Fue una Santa Eucaristía de despedida muy emotiva para él.

En estas dos décadas de servicio, afirma que para él fue un privilegio estar tan cerca del Cuerpo y la Sangre de Cristo al momento de la consagración. “Es algo único que no se vive en ningún otro grupo”, aseguró.

“Es bonito -compartió- saber también que pude servir durante tanto tiempo. A pesar de que uno es un pecador, Dios es misericordioso y me permitió servirle por muchos años, de los cuales me llevo experiencias muy lindas, amigos y un crecimiento espiritual más fuerte que en el inicio”, agregó.

Jaime comenzó a servir en el altar a los nueve años de edad. Contó que acostumbraba asistir a la Santa Eucaristía, dirigida especialmente a niños. Veía a los otros chicos que ayudaban al sacerdote y él también quería hacerlo. Esperó con ansias recibir su Primera Comunión para ingresar al grupo de servidores del altar.

La primera vez estaba tan nervioso y sentía tanta vergüenza que se descompuso en la Misa. Lo siguiente que recuerda es que abrió sus ojos y vio al coordinador y a su mamá con una botella de alcohol y algodón en sus manos.

“Muchos creen que los que somos activos en la Iglesia o participamos bastante es porque creemos que somos mejores y es totalmente al contrario, es porque consideramos que somos pecadores y que necesitamos de Dios”.

Pero esa experiencia no lo desmotivó. Contó con el apoyo del Padre Edgar Muñóz y el Padre Denis Féliz, quienes son sumamente cuidadosos y minuciosos en lo que se refiere a la liturgia.

“De ellos aprendí demasiado en mis inicios como monaguillo, he pasado por todos los puestos en misas solemnes y me ha tocado llevar todos los ornamentos”, comenta emocionado.

Recuerda que desde niño, como acólito, iba los jueves en la mañana a la Santa Misa y por la noche a la Hora Santa. Por otro lado, también habla sobre la incomprensión y las bromas de sus compañeros y otros.

“No ha sido un camino fácil -reconoce-, ya que el enemigo siempre estará ahí para desanimarnos. Recibía burlas en el colegio por ser monaguillo y pertenecer a la Iglesia, siendo joven, fue algo constante”, recuerda.

Incluso en su primer trabajo, ya con 19 años, relata que no faltaba quien se burlara y presionara para que dejara el servicio. “En lo personal -dijo- me afectaba, pero siempre respondía que yo estaba ahí no porque fuera bueno, sino porque necesitaba de Dios”.

Y agregó: “Muchos creen que los que somos activos en la Iglesia o participamos bastante es porque creemos que somos mejores y es totalmente al contrario, es porque consideramos que somos pecadores y necesitamos de Dios”.

En este tiempo, Jaime también ha enseñado a otros chicos. “Me gusta que aprendan y que hagan las cosas bien, porque “no es para el sacerdote o para la comunidad sino para Dios y se debe de hacer bonito y con amor”.

En su última misa revestido, de manera simbólica, se invitó a presidir la Eucaristía al Padre Edgar Muñoz, el sacerdote con el que Jaime inició su servicio.

Hubo sentimientos encontrados. Sentía alegría por los niños y niñas que ya sirven como monaguillos o se preparan para hacerlo, por el apoyo y el cariño de la comunidad, por la perseverancia de otros jóvenes que al igual que él llevan mucho años de servicio.

Por otro lado, no niega que sintió cierta nostalgia por dejar el acolitado, sin embargo, sabe que es un paso necesario para dar espacio a otros y servir de otra manera.

Eco Católico le pidió a Jaime un consejo para los niños que quieren ser monaguillos o se preparan para servir en el altar: “Mi consejo es que siempre pongan todo su servicio en las manos de Dios, sin él nosotros en el altar no somos nada”, respondió.

Y añadió: “Que el camino nunca será fácil, la sociedad se encargará de juzgarnos y mucha gente tratará de hacerlos sentir menos, pero con ilusión y la fe puesta en Dios podrán superar todas estas pruebas”.

“Recuerden que nuestro servicio es especial y que no lo hagan para que los vean o para sentirse importantes, sino por amor a Dios y a la Eucaristía, como dijo el beato Carlos Acutis: “La Eucaristía es mi autopista al Cielo”, concluyó.

 

Last modified on Martes, 06 Diciembre 2022 15:06
Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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