El relato cuenta que San Nicolás Tolentino estaba enfermo y tenía dolores de estómago, nada de lo que comía le caía bien. La Virgen le recomendó pedir un trozo de pan, mojarlo con agua y comerlo. Así lo hizo y se curó. A partir de entonces, el santo comenzó a bendecir trozos de pan para repartirlo entre los enfermos.
En memoria de este acontecimiento, durante la festividad del protector de las Almas del Purgatorio (10 de septiembre), alrededor del mundo hay comunidades donde se preparan los panecillos de San Nicolás.
Una de ellas es la Parroquia San Nicolás Tolentino, en Taras de Cartago. El laico, Luis Gerardo Rodríguez, junto a su familia, vive esta tradición con mucha fe y pide especialmente por las personas enfermas.
Cuenta que esta devoción se la inculcó sobre todo su tía abuela, doña María Rosa Montoya Astorga (q.d.D.g), quien fue una persona muy conocida y querida en la comunidad. Ella todos los años iba a las casas a pedir que le regalaran pan para el día de San Nicolás.
Como dato curioso, precisamente, un 10 de septiembre, la fecha en la que se conmemora al Santo que tantos años sirvió, doña María Rosa partió a la Casa del Padre.
El día de San Nicolás, desde temprano en la mañana, los devotos llevan su pan y colocan en las canastas instaladas alrededor del altar. Al final de la Santa Eucaristía, el sacerdote lo bendice y luego los fieles hacen fila para coger unos bollitos.
Asimismo, una parte de los pancitos se reserva para que los ministros extraordinarios de la comunión los lleven a personas enfermas.
“La tradición del pan de San Nicolás nos ayuda a crecer en la caridad; a ser hermanos y compartir, a saber que cuando nos unimos bajo una misma fe Dios nos auxilia y nos da la mano. Que el ejemplo que nos da san Nicolás nos ayude a todos a alcanzar algún día el Reino del Cielo”, comentó el padre Ronny Vega, párroco de Taras.
Entre las muchas historias relacionadas con San Nicolás, una cuenta que para llevar comida a los mendigos y pobres escondía el pan en las mangas de su túnica para que sus superiores no se dieran cuenta. Un día, lo detuvieron y le preguntaron qué llevaba oculto, él Santo respondió: “¡Pétalos de rosa!” y cuando se puso a sacudir las mangas caían efectivamente pétalos de rosa.
La Parroquia San Nicolás Tolentino, en Taras, es la única parroquia del país dedicada a este Santo.
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