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“No hay mejor tiempo para ser sacerdote que este”

By Enero 03, 2022

“De las circunstancias más difíciles siempre Dios ha sacado los mejores frutos y vocaciones”. El Padre Carlos Israel Coto Loría, oriundo de Tierra Blanca de Cartago, ha sido nombrado como el nuevo rector del Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles.

A sus 41 años, el Padre Coto asume este nuevo servicio después de haber obtenido una licenciatura en Teología Bíblica en la Universidad Gregoriana, en Roma, y de servir como formador en el Seminario durante ocho años, de los cuales los últimos seis ha fungido como director de la Etapa Formando Pastores al Estilo de Jesús.

Eco Católico conversó con el nuevo rector. A continuación un extracto de la entrevista:

 

¿Cómo asume el nuevo servicio de rector en momentos cuando, además, el Seminario ha tenido que adaptarse para continuar la formación en medio de la pandemia?

Con mucha humildad y asombro. Humildad porque uno no se siente preparado para una misión de este tipo, a pesar de estar tantos años sirviendo en el proceso de formación. Confío en Su Nombre llevar adelante esta misión.

La etapa no es fácil, hay muchos elementos en los que discernir sobre cómo llevar la formación, es el desafío de formar a los sacerdotes para una sociedad que cambia, formar al sacerdote que la sociedad necesita, sin despegarnos del estilo de vida de Jesús, sacerdote por excelencia, pero sí un sacerdote adaptado a las circunstancias.

 

Durante la pandemia los seminaristas fueron enviados a las parroquias y desde ahí recibían su formación, ¿cómo evalúa los resultados de este modelo?

Depende mucho del curso de la pandemia. La intención de los obispos es volver a la presencialidad, si las circunstancias lo permiten. Por el momento, es necesario esperar y ver cómo se desarrollan las cosas el próximo año.

Si tuviera que hacer un balance, diría que en general ha sido positivo. Primero, porque la formación no se detuvo, lo peor hubiera sido que el Seminario cerrara y que la formación se detuviera completamente, pero continuó, aunque fuera a distancia.

Otro aspecto positivo es que, además de los dos grupos de jóvenes que estuvieron aquí en las instalaciones del Seminario, los demás estuvieron en las parroquias y tuvieron la oportunidad de tener contacto con esa realidad. Sin embargo, si tuviéramos que implementar ese modelo de nuevo habría que revisarlo, porque es importante la vinculación con el Seminario.

Hay cuestiones que el Seminario permite trabajar con el muchacho, aunque él se emocione con la parte pastoral todavía no es el momento de darse pastoralmente como lo hace un sacerdote, precisamente porque está en un tiempo de formación. Eso es lo que no quisiéramos que olviden, que están en un tiempo de formación.

 

¿Qué lineamientos o aspectos le gustaría fomentar o desarrollar para mejorar la preparación de los futuros sacerdotes?

Básicamente, he pensado en dos cosas. Lo primero, es una idea de continuidad, no podemos decir: “Viene otro rector y va a romper con todo”. Hay un camino recorrido, un gran esfuerzo a nivel de ideas y documentos que se han establecido para la formación, a los que hay que darle continuidad. Sí hay que hacer revisión y mejoras, pero en continuidad con el trabajo que otros rectores y los equipos de formadores han venido realizando.

También, a propósito del contexto en el que estamos como Iglesia, a pesar que siempre lo hemos hecho, creo que tendría que resonar mucho a partir del próximo año la idea de la sinodalidad, de que la formación debe entenderse en clave sinodal, no solo le toca a unos, todas las personas estamos implicadas de alguna manera en la formación, desde la más humilde que reza un Rosario por las vocaciones, la que ayuda de alguna manera a un seminarista, los párrocos, todos… Sentir que caminamos juntos en la tarea de formar a los futuros sacerdotes, nos toca a todos. Es una idea en la que insistiría mucho. La formación sacerdotal es una tarea eclesial.

 

En momentos difíciles como los que vivimos, marcados por ataques a la Iglesia, escándalos, estimas y señalamientos, ¿cree que todo esto podría desaninar a un joven a convertirse en sacerdote?

La realidad difícil que puede enfrentar la Iglesia podría desanimar no solo a un futuro sacerdote sino a cualquiera, pero sí creo que cuando Dios llama lo hace por encima de esas circunstancias, cuando un muchacho siente un llamado, concreto y real, aunque haya desánimo, ese llamado es más fuerte, lo creo como una cuestión de fe. De las circunstancias más difíciles Dios ha sacado los mejores frutos y vocaciones. Hay momentos a lo largo de la historia que, en medio de situaciones difíciles, Dios ha llamado y han salido excelentes vocaciones.  ¿Se podrían desanimar de principio? Sí, al principio, pero no es lo definitivo. Hay varones valientes que siguen respondiendo. Lo veo, por ejemplo, en el número de personas que quieren hacer encuentros vocacionales en sus diócesis, que se siguen sintiendo inquietos. Si hay inquietud hay materia prima para trabajar las vocaciones. Un joven inquieto es uno capaz de responder a Dios plenamente comprometido, no solo desde la vocación sacerdotal. Lo que necesitamos es que se inquiete el corazón, a pesar de las circunstancias.

 

¿Qué le diría a usted a un joven para que considere el sacerdocio?

Básicamente, le diría que, antes de tomar una decisión sobre cualquier cosa, primero se pregunte: ¿qué quiere Dios en mi vida? Esa pregunta es tan fuerte que, cuando se la hacen a una persona, puede derivar en grandes compromisos. A veces nos preguntamos qué quiere mi familia de mí, qué quiere el mundo, qué quiero yo… Pero ¿qué quiere Dios de mí?  Es una pregunta que dejamos de lado, la respuesta a esa pregunta, planteada seriamente, puede generar muchas vocaciones.


¿Cuál es el perfil de sacerdote que se busca formar de cara a los retos y desafíos de nuestra sociedad?

Mencionaría tres elementos: Conocimiento realidad, capacidad para hablar al mundo a través de nuevos medios y cercanía.

El sacerdote, en primer lugar, debe ser fiel al estilo de vida de Jesús, Él nos marca en la forma de ser, pareciéndonos mucho a Jesús podemos hacer presente a Jesús en el mundo.

Sí, debemos adecuarnos a lo que las personas necesitan. Se requiere que el sacerdote conozca la realidad. En el Seminario hemos tratado de definir cuáles son los desafíos del mundo presente, decir este y aquel, para no vivir como en una burbuja.

Tiene que ser un sacerdote capaz de relacionarse con el mundo a través de los nuevos medios que existen, en palabras de los apóstoles, utilizando la imagen de Pablo, tratar de llegar a los nuevos areópagos, los nuevos lugares para evangelizar, un nuevo areópago son los nuevos medios de comunicación, allí hay que hacer presencia positiva, para eso se requiere la formación humana e intelectual, así como aprender sobre el uso de estas herramientas para el bien de la evangelización.

Muy en el estilo del Papa Francisco, se necesita un sacerdote muy cercano a las personas, cercano con Dios, con el obispo, con los hermanos presbíteros, pero sobre todo cercano con la gente. Creo que son los elementos que un nuevo sacerdote necesita para este mundo y si le preguntamos a los fieles creo que su respuesta va por ahí, sentir la cercanía del sacerdote.

 

¿Cuál es el mensaje para aquellos que se están preparando para ingresar por primera vez (o bien reingresar) al Seminario?

No se desanimen, aunque los tiempos sean difíciles, no hay mejor tiempo para ser sacerdote que este. En segundo lugar, les diría que se dispongan a que Dios trabaje en sus vidas.

El Seminario es como una alfarería, aquí Dios trabaja su obra poco a poco. A veces hay que volver a hacer algo o algo no funciona y hay que intentar de nuevo. Eso es lo que Dios quiere hacer en la vida de un muchacho. Independientemente que ese joven termine o no el Seminario, que se convierta o no en sacerdote… el Seminario marcará su vida para siempre.

Yo le digo que se deje trabajar por Dios, Dios lo que quiere hacer con un muchacho que entra al Seminario es trabajar en él, a través de los medios que tiene la Iglesia, sus instrumentos, me refiero a los formadores, profesores y todos los que trabajan la parte humana. Que dejen que el Señor haga su obra.

 

¿Cuáles son los temores más comunes antes de entrar al seminario?

En primer lugar, enfrentar sus propias historias, hay quienes vienen marcados por historias muy fuertes y tal vez de repente no quieren tocar eso. También puede haber miedo a dejarse formar, en el mundo es más alcanzar las metas por uno mismo y aquí es más dejarse conducir, a veces es un camino un poco como a ciegas. También uno de los miedos más fuertes es a no poder ser fiel a Dios, ¿cómo serle fiel a Dios?, sobre todo si vemos en la actualidad situaciones particulares, alguno podría cuestionarse ¿será que soy capaz de serle fiel a Dios? Ahí debemos insistir, si bien tienen que poner de su parte, también deben confiar en el amor de Dios, si Dios los está llamando Él les dará la fuerza para llevar a cabo su misión. Como decía San Agustín: “Dame la gracia de lo que me pides y pídeme lo que quieras”. Por otro lado, algunos pueden tener miedo a no rendir académicamente, pero ya después eso se va superando.

Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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