Los negros llegaban en muy malas condiciones, víctimas de la brutalidad del trato, la mala alimentación, del sufrimiento y del miedo. Claver atendía a cada uno y los cuidaba con exquisita amabilidad.
Nació en Verdú, España, el 26 de junio de 1580. A los 19 años decidió ser Jesuita e ingresó en Tarragona.
Llamado de Dios
Mientras estudiaba filosofía en Mallorca en 1605 se encontró con San Alonso Rodríguez, portero del colegio. Fue providencial. San Alonso recibió por inspiración de Dios conocimiento de la futura misión del joven Pedro y desde entonces no paró de animarlo a ir a evangelizar los territorios españoles en América.
Valiente e ingenioso
Al llegar a América, encontró la terrible injusticia de la esclavitud institucionalizada. Pedro no podía cambiar el sistema, pero si había mucho que se podía hacer con la gracia de Dios. A pesar de su timidez la cual tuvo que vencer, se convirtió en un organizador ingenioso y valiente.
Profunda humanidad
Cuando se anunciaba la llegada del barco esclavista, el Padre Claver salía a visitarlos llevándoles comida. Los negros se encontraban abarrotados en la parte inferior del barco en condiciones inhumanas. Claver atendía a cada uno y los cuidaba con exquisita amabilidad.
Defensor de los esclavos
Mientras los esclavos estaban retenidos en Cartagena en espera de ser comprados y llevados a diversos lugares, el Padre Claver los instruía y los bautizaba. Los reunía, se preocupaba por sus necesidades y los defendía de sus opresores. Esta labor de amor le causó grandes pruebas.
Muerte y Canonización
En la mañana del 9 de setiembre de 1654, después de haber contemplado a Jesús y a la Santísima Virgen, con gran paz se fue al cielo. Fue beatificado el 16 de julio de 1850 por Pío IX, y canonizado el 15 de enero de 1888 por León XIII.