“En un video se nos presenta a un exorcista, el P. Gabriel Amorth. Lo que ahí se afirma me impresionó mucho y casi me… asustó. ¿Hay que creer todo eso? Muchas gracias.”

María Loaiza G.

Estimada María, yo no he visto el video del cual usted nos habla. Pero sí he escuchado hablar del P. Gabriel Amorth y he leído algunos escritos acerca de él y de su largo ministerio en Roma como  exorcista. Él murió el 16 de setiembre del 2016, a los 91 años.

Él insistía, con tono de reproche, que hoy en día “muchos sacerdotes ya no creen en la existencia del diablo y entonces tampoco en la necesidad de los exorcismos.” “Estos sacerdotes afirman -insistía- que cuando en el Evangelio se nos informa que Jesús “echaba demonios”, sólo se nos dice que curaba de enfermedades que en ese tiempo se creían que fueran causadas por la presencia del demonio.” El P. Amorth, para confirmar su convicción acerca de la equivocación de tales sacerdotes, acostumbraba citar el texto de San Marcos, en que se distingue “el poder de sanar” del “poder de echar demonios”.

Además, el Padre Amorth estaba igualmente convencido de que el “poder de liberar” a personas atormentadas por influjos diabólicos, no es sólo de los sacerdotes exorcistas autorizados por su Obispo, sino de otros cristianos que, con actitud de profunda fe y de abandono en Dios, creen en el poder del nombre de Jesús: “en mi nombre, dijo Jesús a los apóstoles, arrojarán demonios” (MC 16, 16-17).

Padre Amorth, aun insistiendo en que el demonio o los demonios, siempre han tenido el mismo “poder”, sin embargo, actualmente ese poder se manifiesta más, ya que se están dando hechos que acrecientan sus manifestaciones, como son la magia, el ocultismo, el espiritismo, una vida llevada adelante con pecados muy graves y mortales, y el mismo “culto satánico”.

Conviene además recordar, decía P. Gabriel en unas de sus intervenciones, que hay dos categorías de víctimas de la acción diabólica. A la primera pertenecen aquellos cristianos que, sin ninguna culpa propia, aceptan los misteriosos ataques del demonio, e inclusive ciertas formas de posesión, como medio para expiar los pecados que se cometen en el mundo. A la segunda pertenecen quienes por sus muy graves pecados se entregan a la fuerza de los demonios, y a veces, inclusive, por un acto de absurda consagración a Satanás.

El mismo Padre insistía en que las “armas” más poderosa en contra del demonio son: la Confesión frecuente, la S. Misa con la S. Comunión, la Adoración eucarística, los Salmos, el S. Rosario… él mismo confirmaba estos consejos dando su testimonio.

Una última observación, estimada María, en nuestro tiempo, se dan las dos tendencias extremas: la de muchos inclusive sacerdotes, diría P. Amorth, que niegan la existencia del diablo; y la de los que “ven” demonios en donde sólo hay trastornos psíquicos y psicológicos que corresponden a claras enfermedades mentales.

A los pastores y a los profesionales en psicología y psiquiatría se impone la necesidad de un importante y claro discernimiento para establecer de qué se trata realmente… Es tan fácil y desafortunadamente frecuente caer en la superstición y en la tentación de ver intervenciones misteriosas, cuando sólo hay casos de enfermedad. El mismo P. Amorth, insistía en que hay muchos más casos de trastornos psíquicos y psicológicos que de intervenciones y de posesiones diabólicas.