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Sagradas Escrituras: “Yo soy Febe”

By Pbro. Mario Montes M. Noviembre 23, 2022

En los saludos que aparecen en el capítulo 16 de la Carta a los Romanos, San Pablo si dirige en primer lugar a Febe, diaconisa de la iglesia de Cencreas, en estos términos afectuosos:

Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la Iglesia de Cencreas, para que la reciban en el Señor, como corresponde a los santos, ayudándola en todo lo que necesite de ustedes: ella ha protegido a muchos hermanos y también a mí (Rom 16,1-2).

 

¿De quién se trata?

 

La protagonista de los dos primeros versículos es Febe, una cristiana de Corinto. De ella se dice que es diaconisa. En otras traducciones se traduce “servidora” o que “está al servicio de…”.  Si la anterior frase expresa “que está al servicio de la iglesia de Cencreas” ha de ser entendida no como una actitud, sino como una tarea concreta y específica (lo que es probable), pues sería la única vez que el Nuevo Testamento habla de mujeres ejerciendo una precisa función eclesial, en la comunidad cristiana. ¿Se trata de una función cultual o más bien asistencial? No se nos dice, pero paralelamente a aquellos de quienes Pablo habla en 1 Tes 5,12-13, Febe merece una especial estima y una cálida acogida por parte de la comunidad. Pero dejemos que sea ella quien se nos “presente”… Para ello, transcribimos lo que encontramos en una página de Internet, que la presenta en primera persona del singular y que transcribimos para ustedes:

 

“Yo soy Febe”

 

“Yo soy Febe. Quizás no está bien que comience mi presentación diciendo que soy una de las pocas mujeres reconocida públicamente por Pablo como dirigente de una de las Iglesias cristianas. No era la única pero ahí ha quedado mi nombre como claro testigo de una realidad que hoy cuesta trabajo reconocer y acoger. Soy la única persona de la literatura paulina que llevé una carta oficial (synhistémi) de recomendación. Pablo escribió esta carta a los Romanos hacia el año 55 y en ella se dice a la comunidad algunas cosas mías. En primer lugar se les pide que me acojan como conviene a los santos, ya que yo soy "hermana creyente". Pero, además, se les recomienda que me ayuden en todo lo que yo necesite.

Pablo en dos renglones (v.1-2) expone las razones para justificar este ruego: porque soy "diákono" y "prostatis". Voy a hablarte de estas dos palabras que me definen porque, una vez más, algunas palabras se han traducido de diversa manera, según el sujeto sea masculino o femenino. De todos modos, ya son hoy muchos los exégetas varones –y no sólo mujeres– que expresan con toda claridad que no se me puede negar el reconocimiento del papel de liderazgo que yo he realizado en la iglesia. Primero el título de "diákono".

¿Qué significa esta denominación? ¿Es un servicio cualquiera o un oficio estable? Las razones que apuntan los investigadores para considerarlo un oficio estable son las siguientes:

  1. Pablo utiliza en este texto el participio "oysan" que, unido a un sustantivo, indica que se trata de un título estable.
  2. El "kai" antes de "diákonos" está puesto para resaltar la palabra siguiente. Dice de mí no sólo que soy creyente sino además diácono. Este subrayado es también indicio de que se designa un ministerio específico.
  3. El uso del genitivo (la iglesia de Cencreas) es también significativo. Indica que se trata de un ministerio estable y reconocido de esa comunidad.
  4. Cuando Pablo, en otras cartas, utiliza este mismo término de diakonos para referirse a sí mismo o a otro dirigente varón, los exégetas no dudan en traducirlo como "ministro" "diácono", "misionero" (cf. Flp 1,1; 1Co3, 5,9; 2Co 6,1; 1Tes 3,2). Si con este término se designa a ministros de la Iglesia (Pablo, Apolo, Timoteo, Tìquio o Epafras) ¿por qué aquí va a tener un significado distinto por el mero hecho de que yo, mujer, sea el sujeto de esa denominación?

 

Todo ello hace que al fin se reconozca la verdad y es que yo, igual que otras mujeres y varones, hemos ejercido como "diákonos" en la Iglesia primitiva. Esto quiere decir que yo era reconocida con la función oficial de ministra, misionera, predicadora oficial de la Iglesia de Cencreas y no "diaconisa" de las mujeres, título posterior de la Iglesia del siglo III y IV. Pero Pablo no dice sólo que era diácono sino también que soy "prostatis" de muchos y también de él. ¿Qué significa este nombre?

Antes de hacer un análisis de este término en las cartas de Pablo quiero que sepas que las últimas investigaciones sociológicas y el estudio de la antropología cultural van sacando a la luz datos hasta ahora desconocidos. En la sociedad grecorromana eran frecuentes agrupaciones sociales y religiosas formadas sólo por mujeres. Éstas se reunían con frecuencia y llegaron a convertirse en fundadoras y patrocinadoras de asociaciones socialmente mixtas. Los cargos directivos en esas agrupaciones sociales y religiosas eran habitualmente elegidos por un tiempo determinado y su influencia era inferior a la del benefactor de la asociación con quien a menudo los miembros mantenían una relación de "protegido"…” (“Febe, la diákono de la Iglesia de Cencreas”, en: www.feadulta.com/es

En el presente artículo se habla de su papel de mujer defensora o mecenas, que el próximo domingo vamos a transcribir. Lo cierto es que, por el tono que emplea San Pablo, se nota que esta mujer era muy valiosa por su servicio a la comunidad cristiana. Aunque no tengamos claro en qué consistía su diaconado, ella encabeza la lista de aquellas mujeres que lo dieron todo por Cristo y su causa, engrosando la lista de las mujeres que hemos conocido por los Evangelios y que luego se convirtieron en servidoras y evangelizadoras de la Iglesia, en sus comienzos.

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