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El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón

By Redacción Febrero 17, 2023

Catequesis en audiencia general, miércoles 18 de enero, 2023. 

 

El miércoles pasado iniciamos un ciclo de catequesis sobre la pasión de evangelizar, es decir sobre el celo apostólico que debe animar a la Iglesia y a todo cristiano. Hoy miramos al modelo insuperable del anuncio: Jesús.

El Evangelio del día de Navidad lo definía “Verbo de Dios” (cfr. Jn 1,1). El hecho de que Él sea el Verbo, es decir la Palabra, nos indica un aspecto esencial de Jesús: Él está siempre en relación, en salida, nunca aislado, siempre en relación, en salida; la palabra, de hecho, existe para ser transmitida, comunicada. Así es Jesús, Palabra eterna del Padre dirigida a nosotros, comunicada a nosotros. Cristo no solo tiene palabras de vida, sino que hace de su vida una Palabra, un mensaje: es decir, vive siempre dirigido hacia el Padre y hacia nosotros. Siempre mirando al Padre que le ha enviado y mirando a nosotros a quienes Él ha sido enviado.

Entonces, si queremos representar con una imagen su estilo de vida, no tenemos dificultad en encontrarla: Jesús mismo nos la ofrece, lo hemos escuchado, hablando de sí como del buen Pastor, aquel que “da su vida por las ovejas” (Jn 10,11), este es Jesús. De hecho, ser pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús no hace algo por nosotros, sino que da todo, da su vida por nosotros. El suyo es un corazón pastoral (cfr. Ez 34,15). Es pastor con todos nosotros.

De hecho, para resumir en una palabra la acción de la Iglesia se usa a menudo precisamente el término “pastoral”. Y para valorar nuestra pastoral, debemos compararnos con el modelo, compararse con Jesús, Jesús buen Pastor. En primer lugar, podemos preguntarnos: ¿lo imitamos bebiendo de las fuentes de la oración, para que nuestro corazón esté en sintonía con el suyo? Si se está con Jesús se descubre que su corazón pastoral late siempre por quien está perdido, alejado. ¿Y el nuestro? Cuántas veces nuestra actitud con gente que es un poco difícil o que es un poco complicada se expresa con estas palabras: “Es un problema suyo, que se las arregle…”. Pero Jesús nunca ha dicho esto, nunca, sino que ha ido siempre al encuentro de todos los marginados, los pecadores. Lo acusaban de esto, de estar con los pecadores, porque les llevaba precisamente la salvación de Dios.

Dios no está para contemplar el recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se vayan. Más bien, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: “¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!”. El corazón pastoral reacciona de otra manera: el corazón pastoral sufre, el corazón pastoral arriesga. Sufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más. El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo.

Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que se han ido. La nostalgia por aquellos que se han ido es continua en Jesús. Y cuando escuchamos que alguien ha dejado la Iglesia ¿qué decimos? “Que se las arregle”. No, Jesús nos enseña la nostalgia por aquellos que se han ido; Jesús no tiene rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Jesús tiene nostalgia de nosotros y esto es el celo de Dios.

Y yo me pregunto: nosotros, ¿tenemos sentimientos similares? Quizá vemos como adversarios o enemigos a los que han dejado el rebaño. “¿Y este? -Se ha ido a otro lado, ha perdido la fe, le espera el infierno…”, y nos quedamos tranquilos.

Encontrándoles en la escuela, el trabajo, en las calles de la ciudad, ¿por qué no pensar más bien que tenemos una bonita ocasión de testimoniarles la alegría de un Padre que los ama y que nunca les ha olvidado? No para hacer proselitismo, ¡no! Sino para que les llegue la Palabra del Padre y caminar juntos. Evangelizar no es hacer proselitismo: hacer proselitismo es una cosa pagana, no es religiosa ni evangélica.

¡Quizá seguimos y amamos a Jesús desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado si compartimos los sentimientos, si sufrimos y arriesgamos en sintonía con el corazón de Jesús, con este corazón pastoral, cerca del corazón pastoral de Jesús! No se trata de hacer proselitismo, ya lo he dicho, para que los otros sean “de los nuestros”, no, esto no es cristiano: se trata de amar para que sean hijos felices de Dios.

 

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