Dos menores, uno de ocho y otro de 10 años, fallecieron víctimas de un tiroteo ayer, miércoles 27 de agosto, dentro de la iglesia de la escuela católica de la Anunciación, en Minneapolis, Estados Unidos. Se reportan cerca de 20 personas heridas, la gran mayoría niños, dos en estado crítico.
El atacante murió en el lugar por una herida de bala autoinfligida, portaba tres armas: un rifle, una pistola y un revólver. Fue identificado como Robin Westman, de 23 años de edad.
No tenía antecedentes penales y no se han revelado sus motivaciones, aunque el FBI investiga el caso como un acto de terrorismo interno y un crimen de odio contra los católicos.
El autor del crimen programó la publicación de un manifiesto en YouTube, el cual fue eliminado de inmediato. Al parecer, en otros videos había expresado admiración por los tiroteos masivos, así como mensajes de odio contra el presidente Donald Trump, judíos, musulmanes y católicos.
Medios internacionales informan que Westman cambió su nombre de Robert a Robin en 2020 y, aunque era hombre, se identificaba como mujer.
La tragedia ocurrió a las 8:00 a.m. hora local, mientras los alumnos asistían a una Misa en la iglesia para dar inicio al curso lectivo. El atacante bloqueó las puertas del templo y comenzó a disparar a través de las ventanas de un costado lateral.
En redes sociales, circula el testimonio de un niño de 10 años sobreviviente, quien contó que un amigo lo salvó de las balas al acostarse encima de él, lamentablemente su compañero sufrió un impacto de bala, según las declaraciones que ofreció a una cadena de televisión local WCCO, socia de CBS. El chico herido parece que se está recuperando en el hospital.
Mensaje del Papa
Papa León XIV manifestó estar profundamente entristecido por este hecho. La Santa Sede emitió un comunicado, donde “expresa su sentido pésame junto con la seguridad de su cercanía espiritual a todos los que se han visto afectados por esta terrible tragedia”, especialmente a las familias que ahora lloran la pérdida de un hijo.
El Sucesor de Pedro "confía las almas de los niños fallecidos al amor de Dios Todopoderoso" y les asegura sus oraciones "por los heridos, así como por los socorristas, el personal médico y los miembros del clero que se ocupan de ellos y de sus seres queridos”.