La felicidad no puede depender: del dinero, llegar a rico, un ascenso en el trabajo e ingresos mejores, casarse con la pareja ideal, ni es asunto de edad, tampoco de la salud, si bien es importante. “El ser humano tiene un mecanismo inmunológico sicológico, que se llama el sistema hedonista” (Sonja, infra, p. 7) el cual permite acostumbrarnos pronto o en días tanto a lo positivo como a lo negativo, cuando procrastinamos los planes y proyectos.
Por eso Cristo nos advirtió: el apego al dinero, acumular bienes o patrimonio; conlleva que sea más fácil que un camello pase por el hueco de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos (Mt 19, 24). Alcanzar una meta millonaria en este campo financiero da satisfacción, pero pronto la adaptación placentera nos mete en una espiral o tornillo sinfín.
No es que la riqueza en sí misma sea mala, sino la angurria y el no compartir. La ambición desmedida se torna en obstáculo para ser feliz, cuando no se combina con la caridad sincera. Decía Shakespeare: “El dinero, la riqueza, la satisfacción breve es una espuma de alegría fugaz” (citado por Sonja en Mitos, p.166).
Yo seré feliz cuando: logre la meta de tener tantos millones de patrimonio, llegue a gerente en la empresa en que laboro, me case con el príncipe azul o la dulcinea, recupere mi salud quebrantada, tenga hijos sanos e inteligentes, entre otros; pero al final quienes actúan así se sentirán cada vez más vacíos. “¿De qué servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida” (Mt 16,26; Lc 9,25).
Sonja llama esos objetivos o metas “los mitos de la felicidad” ya que se vuelven obstáculos para ella y con base en su investigación añosa, apenas representan el 10%. Pesa más la herencia y los hábitos para ser feliz, pues la primera representa un 50 y el segundo 40, (Cf. Sonja, pp 2,7 y 8; Op. Cit y The myths of happiness, Peguin, N.Y. 2014).
No estamos frente al hedonismo ético del epicureísmo, ni del filósofo actual francés Michel Onfray, sino el sicosocial aplicado a la felicidad, porque esa inmunidad sicológica hace que conforme transcurra el tiempo los cambios vitales se vuelvan menos gratificantes y disminuyan las recompensas, por un lado y por el otro porque impiden la felicidad, en vista de que subestimamos los éxitos paulatinos.
Experiencias felices
Si la clave de la felicidad está en obtener la mayor cantidad de experiencias placenteras, aunque sean cortas y según los sicólogos sociales el factor hereditario es el mayor ¿qué podemos hacer, cómo ejercitarnos para ella?
- Dios está en primer lugar, entonces conviene estar y sentir la presencia de Dios, pero sin caer en el solipsismo.
- Porque “A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios mora en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a la perfección.” “Si alguno dice: Yo amo a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve, quien ama a Dios, ame también a su hermano.” (I Jn 4,12 y 4,20-21).
- Propiciar sentimientos de alegría, recibir o dar un beso a un bebé, por ejemplo.
- Disfrutar la satisfacción intelectual con el estudio y la enseñanza.
- Lo mismo que el disfrute emotivo, v.gr. ayudar a los demás y en especial a hijos y padres.
- Entusiasmarse con la meditación.
- Practicar la espiritualidad.
- Cambiar la rutina diaria.
- Concentrarse en la lectura de libros que nos enriquezcan, los cuales a veces hemos pospuesto durante años.
- Hacer bien a los demás aprovechando cualquier oportunidad que se nos presente, incluso buscar a los adversarios para perdonarlos y devolverles bien por mal.
- Frecuentar y disfrutar los momentos de gozo y alegría con la familia, amigos y seres queridos.
- Repetir y reforzar las experiencias y emociones más felices.
- Abrazar a nuestros hijos y nietos y decirles con frecuencia te amo.
- Admirar/embelesarse frente a una pintura, cuadro u obra musical: sinfonía, ópera, opereta, canción popular con letra y música bien logradas.
- El ejercicio físico es vital, para la salud corporal y espiritual, ¡que complacencia experimentamos al ducharnos tras sudarnos!
Conclusiones
La relación tanto con Dios, como con los demás es clave para ser feliz por 3 razones: requerimos del apoyo social, es menester justificarnos y ser creyentes en Dios. A saber 1) necesitamos sentir que importamos, tener arraigo y vínculo con los demás, asimismo experimentar que nuestro sufrimiento y trabajo no sean vanos.
También dar sentido, fin o derrotero a nuestra vida en interrelación; bien escribió Viktor Frank: “la voluntad de sentido es más importante que la voluntad de placer” (In Search of Meaning). 2) Explicarnos por qué: perdonamos, ponemos la otra mejilla y somos agradecidos. 3) Creer en Dios y ser religiosos practicantes nos aporta: amor al prójimo, compasión, esperanza en una vida ultraterrena y felicidad plena.
Se colige de lo expuesto que con dinero puedes comprar: 1) Cama y colchón confortables, pero no el sueño. 2) Vestido de moda, pero no felicidad. 3) Comida sabrosa, pero no digestión saludable 4) El libro que se disfruta, pero no la inteligencia. 5) La convivencia, pero no el amor. 6) Los especialistas y medicinas, pero no la salud corporal y espiritual permanentes. 7) diversión a raudales, sin ser feliz. 8) Una casa lujosa y cómoda, pero no un hogar acogedor. 9) Un lindo crucifijo, pero no la fe y vivencia con Cristo. 10) Un lugar en el cementerio privado, pero no el cielo.
Preocúpate primero por las cosas de Dios, no siempre te dará todo lo que pidas ¡pero siempre te dará lo que necesites! “Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas se os darán por añadidura” (Mt 6,33).
[1] www.efe.com/efe/america/gente/melinda-gates-sobre-su-divorcio-no-podia-confiar-en-lo-que-teniamos, marzo 3, 2022.