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La felicidad es un estado del alma

By José Rivera Varela Mayo 18, 2022

Para algunos el dinero lo puede todo, en contraste, también se afirma: la plata ni hace a nadie más feliz, ni compra la felicidad. Muchos a diario, conscientes o inconscientes, viven y trabajan para acumular riqueza, tener bienes; con el anhelo de ser felices.

Bill Gates, entre otros multimillonarios del mundo, dejó Microsoft para dedicarse a la filantropía y caridad con los necesitados por medio de su ONG. Loable, claro. Se creía que sería uno de los hombres más felices, pero según EFE[1], su esposa le pilló una relación extramarital, tras 27 años de matrimonio, que recién acabó en un doloroso divorcio y lío usual. Quizás hoy ambos sean menos felices, pues desde el 2000 se habían perdonado otra infidelidad; pero ahora: “ya no podía confiar en lo que teníamos”, declaró la dama, sin referirse a haberes materiales, sino al amor conyugal.

Otras personas han sufrido desgracias y privaciones innatas, mas optan por cambiar su vida dedicándose a hacer felices a los demás, en medio de su pobreza y limitaciones. Son felices haciendo felices a los demás: después de una amputación de sus extremidades por un accidente, haber cuidado años a un hijo o hija con cáncer o con una enfermedad congénita e incurable, que les llevó a la muerte; etc. Le llaman felicidad en el sufrimiento.

Algunos disfrutan teniendo o aspirando tan solo a un techo, vestido y comida diaria para su familia. Ese es uno de los componentes indispensables para ser feliz: cubrir las necesidades básicas, otro es la salud, que no se adquiere, aun teniendo suficientes recursos para pagar médicos especialistas, bien sea en el país, bien sea en el exterior; aunque pueden contribuir con ella.

Igual a ciertas celebridades: artistas connotados, políticos, ricos del mundo; incluso con dinero ilícito; la fama, el glamur, las drogas y el poder; les ciega -caso Putin- y tampoco son felices. Varios se suicidan, porque carecen del tercer componente: el espiritual, les arde un vacío en el alma, se quedaron sin metas, ni sentido existencial.

Es entonces cuando “creer en Dios, ser religioso, apreciar la vida después de la muerte; ayuda sin duda a enfrentar los problemas, emociones conflictivas y estrategias cognitivas”; deriva la experta Sonja Lyubormirsky -The how of happiness, Peguin books, N.Y. 2008, p.153-. Y no hablamos del Dios apagafuegos, tapagujeros o de los vacíos de los intelectuales; sino de una experiencia religiosa con Dios, ante lo que llama Karl Jaspers situaciones límite: un gran sufrimiento, la culpa, el destino, la lucha, la falta de confianza en el mundo, la contingencia o la muerte. 

 

Felicidad: momentos o experiencias acumuladas

 

Dios nos creó por puro amor para darnos la opción de compartir con Él la felicidad en el cielo -Catecismo 1718: “El deseo natural de felicidad es de origen divino. Dios lo ha puesto en el corazón del hombre para atraerlo hacia Él, es el único que puede satisfacerlo”).

En esta tierra difícilmente una persona está siempre feliz, aunque se lo proponga. Hay expertos que la visualizan como: momentos, experiencias cortas acumuladas o la definen como un estado de la ψυχή, el alma.

Sí, no es fácil delimitarla, mientras para Sonja es un estado, experiencia óptima o de completitud, Mihaly Csikszentmihalyi propone la teoría del fluir: cuando disfrutamos de haber hallado finalidad o sentido a nuestra vida, concebir y dar a la luz a un hijo o nieto, siendo cocreadores con Dios.

Si estamos absortos, concentrados en algo que nos gusta y agrada. Al estar embebidos en la oración, la meditación, la lectura, la reflexión profunda, apreciamos una obra de arte, escuchamos una pieza musical sublime. Al experimentar el amor y ser amado por nuestros seres queridos. En hacer bien al prójimo, sean amigos o enemigos, pues Jesús nos pide más: hacer y devolver bien por mal a nuestros detractores. ¡Qué gozo y satisfacción da lograr este reto que nos pone Nuestro Señor¡ “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacedlo también vosotros a ellos; porque esta es la Ley y los Profetas.”(Mt 7,12). “El amor por nosotros es la medida del amor por los demás o el prójimo” resume León Trese en La fe explicada, Rialp, 26ª Madrid, 2012, p.219.

No se trata entonces de un objeto o hecho a perseguir, no se crea ni construye, la felicidad, tampoco es curarse una enfermedad o aspirar a la añorada juventud con: cirugías, paliativos y cosméticos.

 

Adaptación hedonista

 

La felicidad no puede depender: del dinero, llegar a rico, un ascenso en el trabajo e ingresos mejores, casarse con la pareja ideal, ni es asunto de edad, tampoco de la salud, si bien es importante. “El ser humano tiene un mecanismo inmunológico sicológico, que se llama el sistema hedonista” (Sonja, infra, p. 7) el cual permite acostumbrarnos pronto o en días tanto a lo positivo como a lo negativo, cuando procrastinamos los planes y proyectos.

Por eso Cristo nos advirtió: el apego al dinero, acumular bienes o patrimonio; conlleva que sea más fácil que un camello pase por el hueco de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos (Mt 19, 24). Alcanzar una meta millonaria en este campo financiero da satisfacción, pero pronto la adaptación placentera nos mete en una espiral o tornillo sinfín.

No es que la riqueza en sí misma sea mala, sino la angurria y el no compartir. La ambición desmedida se torna en obstáculo para ser feliz, cuando no se combina con la caridad sincera. Decía Shakespeare: “El dinero, la riqueza, la satisfacción breve es una espuma de alegría fugaz” (citado por Sonja en Mitos, p.166).

Yo seré feliz cuando: logre la meta de tener tantos millones de patrimonio, llegue a gerente en la empresa en que laboro, me case con el príncipe azul o la dulcinea, recupere mi salud quebrantada, tenga hijos sanos e inteligentes, entre otros; pero al final quienes actúan así se sentirán cada vez más vacíos. “¿De qué servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida” (Mt 16,26; Lc 9,25).

Sonja llama esos objetivos o metas “los mitos de la felicidad” ya que se vuelven obstáculos para ella y con base en su investigación añosa, apenas representan el 10%. Pesa más la herencia y los hábitos para ser feliz, pues la primera representa un 50 y el segundo 40, (Cf. Sonja, pp 2,7 y 8; Op. Cit y The myths of happiness, Peguin, N.Y. 2014).

No estamos frente al hedonismo ético del epicureísmo, ni del filósofo actual francés Michel Onfray, sino el sicosocial aplicado a la felicidad, porque esa inmunidad sicológica hace que conforme transcurra el tiempo los cambios vitales se vuelvan menos gratificantes y disminuyan las recompensas, por un lado y por el otro porque impiden la felicidad, en vista de que subestimamos los éxitos paulatinos.

 

Experiencias felices

 

Si la clave de la felicidad está en obtener la mayor cantidad de experiencias placenteras, aunque sean cortas y según los sicólogos sociales el factor hereditario es el mayor ¿qué podemos hacer, cómo ejercitarnos para ella?

 

  1. Dios está en primer lugar, entonces conviene estar y sentir la presencia de Dios, pero sin caer en el solipsismo.

 

  1. Porque “A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios mora en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a la perfección.” “Si alguno dice: Yo amo a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve, quien ama a Dios, ame también a su hermano.” (I Jn 4,12 y 4,20-21).

 

  1. Propiciar sentimientos de alegría, recibir o dar un beso a un bebé, por ejemplo.

 

  1. Disfrutar la satisfacción intelectual con el estudio y la enseñanza.

 

  1. Lo mismo que el disfrute emotivo, v.gr. ayudar a los demás y en especial a hijos y padres.

 

  1. Entusiasmarse con la meditación.

 

  1. Practicar la espiritualidad.

 

  1. Cambiar la rutina diaria.

 

  1. Concentrarse en la lectura de libros que nos enriquezcan, los cuales a veces hemos pospuesto durante años.

 

  1. Hacer bien a los demás aprovechando cualquier oportunidad que se nos presente, incluso buscar a los adversarios para perdonarlos y devolverles bien por mal.

 

  1. Frecuentar y disfrutar los momentos de gozo y alegría con la familia, amigos y seres queridos.

 

  1. Repetir y reforzar las experiencias y emociones más felices.

 

  1. Abrazar a nuestros hijos y nietos y decirles con frecuencia te amo.

 

  1. Admirar/embelesarse frente a una pintura, cuadro u obra musical: sinfonía, ópera, opereta, canción popular con letra y música bien logradas.

 

  1. El ejercicio físico es vital, para la salud corporal y espiritual, ¡que complacencia experimentamos al ducharnos tras sudarnos!

 

Conclusiones

 

La relación tanto con Dios, como con los demás es clave para ser feliz por 3 razones: requerimos del apoyo social, es menester justificarnos y ser creyentes en Dios. A saber 1) necesitamos sentir que importamos, tener arraigo y vínculo con los demás, asimismo experimentar que nuestro sufrimiento y trabajo no sean vanos.

También dar sentido, fin o derrotero a nuestra vida en interrelación; bien escribió Viktor Frank: “la voluntad de sentido es más importante que la voluntad de placer” (In Search of Meaning). 2) Explicarnos por qué: perdonamos, ponemos la otra mejilla y somos agradecidos. 3) Creer en Dios y ser religiosos practicantes nos aporta: amor al prójimo, compasión, esperanza en una vida ultraterrena y felicidad plena.

Se colige de lo expuesto que con dinero puedes comprar: 1) Cama y colchón confortables, pero no el sueño. 2) Vestido de moda, pero no felicidad. 3) Comida sabrosa, pero no digestión saludable 4) El libro que se disfruta, pero no la inteligencia. 5) La convivencia, pero no el amor. 6) Los especialistas y medicinas, pero no la salud corporal y espiritual permanentes. 7) diversión a raudales, sin ser feliz. 8) Una casa lujosa y cómoda, pero no un hogar acogedor. 9) Un lindo crucifijo, pero no la fe y vivencia con Cristo. 10) Un lugar en el cementerio privado, pero no el cielo.

Preocúpate primero por las cosas de Dios, no siempre te dará todo lo que pidas ¡pero siempre te dará lo que necesites! “Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas se os darán por añadidura” (Mt 6,33).

 

[1] www.efe.com/efe/america/gente/melinda-gates-sobre-su-divorcio-no-podia-confiar-en-lo-que-teniamos, marzo 3, 2022.

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