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Receta del Amor Propio

By Gloria Yglesias Marzo 16, 2021

Al hablar de tener Amor Propio debemos abarcar los factores individuales que lo conforman: el físico, la felicidad y el éxito, que son solo algunos de los ingredientes muy variables dentro de esta receta. Con frecuencia se cree que lo principal cuando se habla de autoestima es: “Sentirme bien conmigo mismo y con la imagen que veo al espejo”, o el, “Me gusta quien soy por todo lo que he logrado alcanzar”. El problema de los espejos y los logros es que no reflejan la esencia del individuo. La autoestima se define como nuestro sentido básico de valía personal; el grado en que respetamos, cuidamos, y apreciamos lo que somos en todo nuestro ser integral.

En el peor de los escenarios, y lamentablemente es el más frecuente, nuestra autoestima depende en gran parte de la opinión de terceros y de su aprobación, desde la niñez, la opinión de nuestros padres o familiares más inmediatos, aquellos con quienes crecemos en nuestro hogar, nos da la idea de que la autoestima se forma desde afuera, desde sus opiniones, de lo que nos dicen y nos afirman.

¿Cómo puedo encontrar ese sentido íntimo y esencial que debo tener como individuo?, eso que no depende de las opiniones de otros, por muy allegados que sean. Para lograrlo debemos cultivar una profunda vida espiritual y conectarnos con nuestro interior para desarrollar, nutrir, sanar, y meditar en los siguientes componentes que forman el autoestima, y por ende el amor propio.

 

Autocuidado y Autoimagen

 

La belleza exterior es algo inestable y variable, pero el cuidado de nuestro cuerpo, nuestra espiritualidad y nuestros pensamientos si son indispensables para formar nuestra autoestima.

Independientemente de si poseemos padecimientos o defectos, somos una caja llena de todas las herramientas que necesitamos para desarrollar nuestra vida. Algunas de estas herramientas son: la fuerza, la voluntad, el instinto, la intuición y la fe, entre otras. Se están preguntarán: ¿Pero esos no son convicciones, sentimientos y sensaciones? Si, lo son, pero también debemos entender que el cuerpo es el que siente (y el que sufre directamente al sentir) no el cerebro ni el corazón, estos dos últimos justifican las emociones, y las confunden; pero el cuerpo siempre sabe, el problema es que estamos acostumbramos a no escucharlo, o a ignorarlo.

Si queremos sentirnos bien, el primer paso para trabajar en nuestra autoestima es empezar a trabajar en nuestra salud física, mental y espiritual, y por consiguiente en nuestro cuerpo, mente y espíritu, que es donde se reflejan los resultados.

Debemos ser claros que la aceptación de cómo somos es fundamental para el desarrollo del amor propio, porque mi cuerpo (sea cual sea mi figura y aspecto) debe gustarme. Aquí la parte delicada es aclarar que no se trata de sacrificarlo con dietas y rutinas de ejercicio desmedidas o, en su defecto, descuidarlo al punto alimentarlo (o dejar de hacerlo) de forma irresponsable por resignación de nuestra figura o edad, ni mucho menos acudir a la cirugía estética para cambiar y tapar lo que no nos gusta, todo lo anterior para satisfacer cánones de belleza definidos por las industrias de la moda o el entretenimiento, y así satisfacer los ojos de la sociedad.

Nuestro cuerpo es nuestro hogar, es esa casa o ese lugar sagrado que nunca vamos a poder abandonar en vida, por esto debemos cuidarlo, nutrirlo, valorarlo, invertir en él, disfrutarlo, agradecerlo, y debemos ser constantes en ello.

Ya lo dice en Corintios 6:19-20 ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.”

Entonces ¿por qué es tan importante que nos guste lo que vemos al espejo, si el físico no es sinónimo de belleza?, pues porque de ahí se forma nuestra Autoimagen, y ésta sólo la podemos formar individualmente. Mi autoimagen se debe formar aceptándome desde el amor y el agradecimiento hacia mi cuerpo, no desde la resignación de no poder cambiarlo a como me gustaría para cumplir con estereotipos de perfección, como son el peso, la estatura o la edad.

En el momento que nos empezamos a cuidar, inevitablemente surge en nuestro interior una sensación de bienestar, de una armonía que transforma nuestra vida de adentro hacia afuera, dando paso a la verdadera belleza, aquella que irradia confianza y plenitud.

 

Autoconocimiento

Nadie puede amar lo que no conoce, lo puede idealizar, puede proyectarle cualidades y ponerlo sobre un pedestal, pero al final es sólo una falacia.

Conocernos nos permite desarrollar una personalidad fuerte y unificada, debemos comprender y reconocer nuestro ser para poder enamorarnos de él. Desconocer nuestra persona, nuestro carácter, nuestras fortalezas, debilidades, actitudes, valores y defectos, nos lleva a ser falsos.

François La Rochefoucauld decía: “Estamos tan acostumbrados a usar disfraces frente a los demás que aprendemos a disfrazarnos ante nosotros mismos”. Cuando nos negamos a reconocer los pros y los contras de nuestra personalidad por miedo al rechazo, terminamos poniéndonos una máscara frente al mundo, y en muchas ocasiones terminamos por creer eso que tanto aparentamos, la adoptamos como un mecanismo de defensa, pero en ese autoengaño nuestro verdadero ser queda cada vez más reprimido.

El problema del disfraz adoptado es que nos impide aceptar nuestras necesidades, y por ende es imposible satisfacerlas, pretender que queremos una cosa cuando en realidad queremos otra, sólo nos causa frustración y enojo. ¿Por qué tenemos tanto miedo de ser nosotros mismos? Los seres humanos ignoramos que aceptar nuestras cualidades es nuestro Súper Poder, conocernos y admitir nuestra propia historia, la cual nos hace quienes somos, y que hoy en día es la puerta a una vida en la que entendemos que nadie es igual a otro, que ese es nuestro más grande poder para defendernos de la crítica, y dejar de compararnos con otros.

Cómo dijo San Juan Pablo II: “Nosotros no somos la suma de nuestras debilidades y de nuestros errores, al contrario, somo la suma del amor del Padre por nosotros y de nuestra capacidad real de convertiros en inmagen de su Hijo…”

 

Autoaceptación

La teoría del Wabi-Sabi japonés habla de la imperfección como la verdadera belleza del ser. Reconocer las características mediante el autoconocimiento nos ayuda a aceptarlas de manera que podemos fortalecer aquellas cualidades y reforzar, o incluso cambiar aquello que definitivamente no nos gusta.

Auto aceptarnos significa tratarnos con cariño, comprensión y empatía, cosas que probablemente nunca podremos obtener de terceros, y mucho menos de una sociedad competitiva que consume a todo aquel que se atreve a pensar o actuar de una manera diferente. Al no aceptarnos creamos una barrera emocional que impide nuestro crecimiento personal, y nos aleja de la paz y la plenitud interior.

Los filtros y el Photoshop no son exclusivos para fotos, también los hay para el alma, el Santo Padre Francisco advirtió en su discurso a los jóvenes de Perú que debemos tener un corazón sin maquillaje. “Hay fotos que son muy lindas, pero están todas trucadas, y déjenme decirles que el corazón no se puede «photoshopear», porque ahí es donde se juega el amor verdadero, ahí se juega la felicidad y ahí mostrás lo que sos: ¿cómo es tu corazón? Jesús no quiere que te «maquillen» el corazón; Él te ama así como eres y tiene un sueño para realizar con cada uno de ustedes.”

Nadie nos puede tratar y ver mejor o peor que nosotros mismos, la aceptación de nuestra persona es crucial para amarnos sin condiciones.

 

Autorespeto

Una vez que trabajamos en nosotros, nos conocemos, y nos aceptamos tal como somos, entendemos que no existe el amor sin respeto; cuando aprendemos a querernos de todo corazón, llegamos a un punto en que cada vez toleramos menos todo aquello que pretende acercarnos para comprometer nuestra persona con algo que no somos o queremos.

Retomando el concepto de autocuidado con nuestro cuerpo y salud, todo aquello que lo compromete, no está respetando mi ser. Desde las personas que nos incitan a consumir sustancias que ponen en riesgo la salud, o en el escenario más extremo, pretenden que accedamos a prácticas que a conciencia sabemos que pueden tener secuelas en el nuestro organismo, hasta aquellas que psicológicamente atacan o critican nuestras ideas y valores, pretendiendo que dejemos de lado nuestra dignidad, integridad, fe y criterios mediante, la manipulación o chantaje.

Tratamos a otros como queremos que nos traten, eso es la base del respeto. Atender y satisfacer las necesidades y valores propios sin violentar los de otras personas, es lo que nos vuelve personas consideradas con el mundo y nuestro ser.

Cuando tenemos autorespeto y alguien nos trata mal, nos damos cuenta enseguida.

 

Autovaloración

Una vez que cuidamos de nuestro ser, que lo conocemos, lo aceptamos y lo respetamos, entendemos que por todo lo anterior somos merecedores de que nos valore por nuestra forma de ser, de pensar, actuar y sentir.

¿Por qué merecemos ser valorados?, pues por el sólo hecho de ser personas, valorarnos es reconocer que, por el simple hecho de existir, desde que somos concebidos valemos y merecemos que se nos respete como seres humanos, y no como productos desechables ni manipulables para el beneficio o la conveniencia de nadie.

Lo anterior es entender que la vida no tiene precio y nadie puede disponer de ella ni denigrarla. El auto valor es algo que el dinero y el poder no pueden comprar, y aunque reiteramos que sabemos que vivimos en medio de una sociedad competitiva, es nuestra obligación darle el mismo valor terrenal y espiritual, sea éste un hombre, mujer, un niño, un adulto mayor, un pobre y un rico, sea cual sea la designación de género o etapa de vida, esta debe ser digna de la más alta estimación e importancia.

 

Autoconcepto

El Autoconcepto es el conjunto de ideas y pensamientos que tenemos acerca de nosotros mismos. Aquí es donde el cerebro y subconsciente tienden a traicionarnos, a veces nos acostumbramos tanto a lo que otros dicen de nosotros, que al igual que la máscara de la cual hablamos en el autoconocimiento, terminamos creyendo mucho más en el concepto que otras personas tienen de nosotros que en lo que realmente hay en nuestro interior y que es “el verdadero yo”

Al final lo importante, lo real que debo preguntarme y responderme es: ¿qué pienso de mi? ¿Qué concepto, idea, creencia o imagen tengo de mi?, y ¿Por qué permito que otros me digan cómo y quién soy?, y al final: ¿Soy así, o me han contado que soy?

 

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