No la circunstancia, sino la actitud ante ella. Así nació mi insistencia en buscar el sentido: si puedo entender el para qué, el complot del dolor pierde su poder.
Tu experiencia te llevó a una vocación de servicio. ¿Qué te enseñó esa vocación sobre la infancia y la juventud?
Willy: Que cada niño y niña es un proyecto de futuro en construcción. Mi carrera en docencia, orientación educativa y familiar, y gestión del talento humano, no fue solo para entender, sino para acompañar. Aprendí que el acompañamiento no es dar soluciones, sino facilitar descubrimientos: qué quieren, qué pueden, qué deben hacer mañana. ¿Cómo convertir el dolor en herramientas de empoderamiento?
Víctor Frank: Convertir el dolor en herramientas significa convertir la memoria en aprendizaje. En mi caso, narrar la experiencia fue una forma de conferir sentido y ayudar a otros a no perderse en la desesperanza.
En tu escenario, la orientación educativa funciona como un mapa: sirve para trazar rutas, no para dictarlas. ¿Cómo trabajas con la niñez y la juventud para que sus proyectos de vida no se detengan ante los fracasos?
Willy: Empleo un enfoque integral: escucha activa, reconocimiento de talentos, establecimiento de metas reales y apoyo constante. Acompaño a cada joven a construir su proyecto de vida como si fuera un puente, pieza a pieza. Cuando se caen, les enseño a reubicar las piezas y volver a empezar. ¿Qué técnicas te parecen útiles para sostener a una persona en proceso?
Víctor Frank: La respiración, la reflexión y la escritura de sentido. El método de examinar la propia experiencia: lo que ocurrió, lo que aprendimos, lo que elegimos hacer diferente.
En el trabajo con jóvenes, la pregunta que guía es: ¿qué le da sentido a tu vida hoy? Si la respuesta está muy lejos de su realidad, trabajamos en pequeños pasos con metas alcanzables. ¿Qué papel juega la comunidad en tu labor?
Willy: La comunidad es la savia del cambio. Mi comunidad de fe, mis colegas docentes, y las familias con las que trabajo forman una red de apoyo que sostienen a cada niño y niña.
El entorno no solo moldea al niño y a la niña, también es un espejo para los adultos que lo rodean. Cuando la familia se implica, el proyecto de vida de niñez deja de ser una promesa y se convierte en un plan. ¿Qué opinas de la relación entre libertad interior y compromiso social?
Víctor Frank: La libertad interior no es libertad para refugiarse, sino libertad para comprometerse. Es la capacidad de elegir el bien frente a la tentación de rendirse o de abandonar a otros.
El compromiso social nace cuando la persona entiende que su libertad es responsabilidad compartida. ¿Cómo manejas el crecimiento personal de los jóvenes ante las tentaciones?
Willy: Educo la resiliencia y la ética. Hablo de la importancia de la responsabilidad personal, de sostener la dignidad propia y ajena, y de la disciplina para caminar un camino de vida. A veces, el dolor es un maestro que enseña disciplina, empatía y constancia. ¿Qué recuerdos te sostienen cuando el mundo parece ceder?
Víctor Frank: Recuerdo las veces que logré transformar una experiencia de desesperación en una decisión de ayuda a otro. Cada vez que una niña o niño, o un adulto joven, encontró un sentido que le dio dirección, sentí que la vida tenía coherencia. El sentido que guía no es una consigna, es una práctica diaria. ¿Qué le dirías a alguien que aún no ve salida en su dolor?
Willy: Le diría que su historia no es un boleto para la derrota, sino un guion para la acción. Que cada experiencia negativa puede convertirse en una lección que, pasada por el filtro de la empatía, se vuelva un recurso para ayudar a otros. Que la fe, cuando se practica, no es escapatoria, es compromiso. ¿Qué consejo práctico le darías a un joven que quiere empezar a construir un proyecto de vida con sentido?
Víctor Frank: Empieza por una pregunta pequeña pero poderosa: ¿Qué haría si nadie te juzgara? Esa pregunta abre una puerta para descubrir talentos y pasiones que estaban dormidos.
Después, haz una lista de acciones simples para la próxima semana que estén alineadas con ese descubrimiento. La constancia convierte revelaciones en realidades. ¿Cómo integras la orientación educativa en tu trabajo diario?
Willy: Integro la orientación educativa como un proceso de descubrimiento asistido. No impongo un camino, sino que inspiro una exploración guiada: exploramos habilidades, intereses, valores y aspiraciones. Creamos planes de acción, pequeños y medibles, que el joven puede seguir. Y cuando surgen dudas, volvemos a la conversación para reajustar. ¿Qué papel juega la esperanza en tu marco de análisis?
Víctor Frank: La esperanza, cuando está fundamentada en la acción, es una fuerza transformadora. No es mera optimismo, es la creencia de que, con esfuerzo y sentido, se puede cambiar la realidad.
En mi experiencia, la esperanza nace de la responsabilidad hacia uno mismo y hacia los demás, y se sostiene con la disciplina de la reflexión continua. ¿Qué evidencia de cambio has vivido con tus alumnos?
Willy: He visto niños y niñas que llegan con miedo a hablar en clase, y luego presentan proyectos de vida con claridad de propósito. He visto familias que, a través de la orientación, reconfiguran la dinámica, dejando de ver al niño y a la niña como problema y comenzando a ver a un ser con potencial.
He visto estudiantes que, gracias a un plan de vida, siguen una trayectoria educativa que parecía imposible. ¿Qué mensaje final dejarías para quienes luchan con su propio dolor?
Víctor Frank: Que el dolor puede ser la semilla de una vida más generosa si eliges convertirlo en enseñanza.
Que cada persona tiene una chispa que merece ser cuidada y que la ayuda que damos en palabras, acciones y presencia puede hacer que esa chispa se convierta en una llama que ilumina a otros. Willy, ¿tú dejarías un pensamiento final para la audiencia sobre la misión de la niñez y la juventud?
Willy: Sí. Nuestro llamado es construir puentes donde hubo muros, plantar semillas donde hubo silencio, y abrir puertas donde hubo cerraduras. Si cada niño y niña puede mirar hacia un porvenir más claro, nuestras limitaciones de ayer se vuelven motores de hoy. Que la fe, la razón y la acción se encuentren en cada guía, para que la niñez encuentre su voz y la juventud su camino. ¿Alguna reflexión final, Víctor?
Víctor Frank: Que la vida, cuando se entiende como un compromiso con el bienestar de otros, se transforma en una misión compartida.
No estamos solos en la lucha: la comunidad, la familia, la escuela y cada figura de apoyo sostienen a cada niño y cada niña. Si mantenemos esa red viva, incluso las heridas más profundas pueden convertirse en brújulas de futuro. Y que nunca perdamos la curiosidad.












