La Santa Sede siempre ha estado atenta a las implicancias éticas del uso de la inteligencia artificial, implicando en su reflexión al mayor número posible de actores, tanto a nivel científico y tecnológico como colaborando con otras religiones. El pasado 10 de enero, por ejemplo, la Pontificia Academia para la Vida promovió la extensión del documento "Llamamiento de Roma por la ética de la IA", firmado en 2020 por empresas como Microsoft e IBM, a representantes del judaísmo y del islam. El objetivo es promover una “algorética” porque, como recordó el presidente de la Academia, monseñor Vincenzo Paglia, estas nuevas tecnologías “pueden conducir a un enorme desarrollo, pero también a una tragedia igualmente enorme, porque corren el riesgo de suprimir lo humano en una especie de dictadura de la tecnología que trastorna a la propia humanidad”.
El compromiso de la Santa Sede en este sentido es también constante, incluso en las grandes organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas, donde a menudo se han puesto de relieve los riesgos y los abusos del uso de la inteligencia artificial en el armamento y en los conflictos.
La de 2024 será la 57ª edición de la Jornada Mundial de la Paz, instaurada por Pablo VI en 1967 y será la undécima celebrada por el Papa Francisco. El tema del año pasado fue “Nadie puede salvarse solo", sobre el mundo después de la pandemia de Covid-19. Temas anteriores han sido el diálogo entre generaciones, la cultura del cuidado, la buena política y la no violencia, y la atención a migrantes y refugiados.