En 1874, el Padre Joaquín Alvarado Ruiz y su hermana Joaquina, manifestaron ante la Municipalidad de Cartago su interés de construir un Hospicio de Huérfanos, con el fin de aliviar en parte los problemas sociales que se presentaban por entonces.
Estos hermanos también donaron un terreno, para que fuera vendido y con el dinero se construyera el edificio para albergar a los jóvenes desamparados. Además, pusieron una condición: que se les enseñaran valores cristianos y un oficio. Esto es considerado como la base de la educación técnica de Costa Rica.
La iniciativa contó con el apoyo de muchas familias cartaginesas. Aquí cabe mencionar la figura de doña Dolores Jiménez Zamora, una viuda que decidió donar la fortuna recibida como herencia tras el fallecimiento de su hija a temprana edad.
Gracias a este aporte se logró terminar la construcción del edificio, ubicado en el Barrio El Molino, donde actualmente está la Parroquia de María Auxiliadora. Así, en 1905 el Hospicio de Huérfanos de Cartago abrió sus puertas en este lugar.
El doctor Francisco Jiménez Oreamuno, sobrino de doña Dolores, fue uno de los líderes de este proceso y, una vez concluido, asumió la administración. Él tuvo que hacer frente a las limitaciones y obstáculos que se presentaron, como la falta de maestros para formar a los chicos.
La llegada de los salesianos
Don Francisco, siguiendo la voluntad de su tía, contactó con la Orden Salesiana, para que se hiciera cargo de la formación de los niños, bajo el carisma de Don Bosco.
Los padres salesianos ingresaron en 1907, con muchas dificultades debido a las corrientes liberales anticlericales de la época. Rápidamente, abrieron los primeros talleres: Zapatería, Herrería, Carpintería y Mecánica. También incorporaron Agricultura, Panadería y Música.
Este edificio lamentablemente quedó parcialmente destruido tras el terremoto de Cartago en 1910. Los salesianos se trasladaron a Heredia mientras se hacían los trabajos de reconstrucción.
Con el tiempo se estableció la Escuela Salesiana de Artes y Oficios. Asimismo, con el crecimiento y la modernización de la educación surgieron las Escuelas Profesionales Salesianas.
A mediados del siglo XX, concluye la regencia salesiana y la institución, ya consolidada, inicia su camino por sí sola. En 1953 se le da por nombre COVAO, Colegio Vocacional de Artes y Oficios de Cartago, primera institución vocacional del país.
El centro educativo continuó su desarrollo y modernización, con carreras técnicas acordes a los cambios de los tiempos. De esta forma, en 1971 se abrió la sección nocturna y en 1977, el centro educativo se trasladó a donde está actualmente, es decir, en la Finca La Pólvora, en San Nicolás de Cartago.
De esta manera, quedaron atrás 70 años de vivencia en el antiguo edificio del Barrio El Molino, cuya infraestructura resultaba ya insuficiente ante los nuevos retos de la Educación Técnica.
El Covao recibió la Declaratoria de Benemeritazgo por parte de la Asamblea Legislativa en 2002. Por su parte, el Hospicio de Huérfanos de Cartago recibió este reconocimiento en 2016.
Billete de lotería recuerda orígenes del COVAO
El billete de lotería de la Junta de Protección Social (JPS), para el sorteo de este domingo 29 de octubre, está dedicado al Colegio Vocacional de Artes y Oficios de Cartago (Covao), con motivo del 70 aniversario de esta institución.La imagen utilizada destaca el lugar que fue su primera sede: la iglesia de María Auxiliadora de Cartago. En primer plano sobresale uno de sus estudiantes, quien porta el estandarte de la institución durante un desfile del 15 de Setiembre, Día de la Independencia.
Durante estas siete décadas, el COVAO Diurno ha graduado 8 mil estudiantes, con lo cual ha contribuido al desarrollo de numerosos profesionales técnicos en el país.
Su enfoque es el bienestar social, sin fines de lucro. Así, por ejemplo, informa que el 30% de su población activa cuenta con alguna beca que le apoya ya sea en el pago de mensualidades, transporte, alimentación o materiales, entre otros.
