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Tus dudas: ¿Cómo era físicamente la Virgen María?

By Mons. Vittorino Girardi S. Noviembre 10, 2023

“Monseñor: ¡Cuántos títulos y cuántas invocaciones hay para María Santísima! En un canto religioso hay una expresión con que se hace referencia a la semejanza del rostro de Jesús con el de su Mamá María. Y me sale preguntar, ¿y cuál ha sido el rostro de María? Con el riesgo de ser impertinente, me gustaría escuchar su comentario acerca de mi curiosidad. Monseñor, gracias por su paciencia”

Seidy Valverde J. -Pérez Zeledón

 

Estimada Seidy: esta es la primera vez que me llega una pregunta para la cual no tengo respuesta… Pronto (el 15 de agosto), vamos a celebrar la solemnidad de María Asunta a los Cielos, y en la liturgia de ese día, nos referimos a Ella con la expresión del libro del Apocalipsis: “Mujer vestida de Sol”. Pero, ¿qué significamos realmente con esa afirmación? El nuestro sería un pobre balbucear.

La Sagrada Escritura no nos dice nada del rostro de María, como no nos dice nada de la fisonomía de Jesús. Hace pocos días, me entregaron un texto publicado por un obispo, ya fallecido y con fama de santidad, Mons. Tonino Bello. En ese escrito, el Autor “se atreve” a comentar, con verdadera simpatía, la belleza de María. Estimada Seidy, se lo transcribo traduciéndolo del italiano.

“María tenía que ser bellísima. Y no hablo solo de su alma, la cual, sin ni siquiera la sombra de pecado, era tan limpia que Dios se reflejaba en ella. Quiero hablar también de su belleza corporal. La teología, cuando llega a este punto, lo deja aparte y deja que sean los poetas quienes la celebren: “Virgen bella, quién de sol vestida, coronada de estrellas, al sumo Sol de tal modo complaciste, que en Ti escondió su luz” (Dante).

O la teología confía al canto de los humildes la contemplación de la belleza de María: “Mira a tu pueblo, oh bella Señora; toda bella eres oh María, espléndida en el alma y el cuerpo”.

La teología no se atreve a ir más allá; calla cuando se trata de la belleza humana de María.

A lo mejor por pudor. A lo mejor porque ella está satisfecha por haber gastado toda su energía en la especulación acerca de su asombrosa fascinación sobrenatural. Y sin embargo, no debería ser difícil encontrar en el Evangelio una clara indicación reveladora también de la belleza corporal de María.

Hay una palabra griega muy importante, llena de significados misteriosos que aún no han sido del todo explicitados. Esta palabra que funda substancialmente toda la serie de privilegios sobrenaturales de la Virgen de Nazaret, resuena en el saludo del Ángel: “Kejaritomene”, palabra que es traducida con “llena de gracia” ¿Y no podría encontrar su equivalente en “muy agraciada”, con evidente referencia también al encantador esplendor de su rostro humano?

San Pablo VI, en un célebre sermón de 1975, tuvo el atrevimiento de hablar, por primera vez, de María, “como la Mujer vestida de sol, en la cual los rayos purísimos de la belleza humana se encuentran con los rayos sobrehumanos -pero accesibles- de la belleza sobrenatural”.

Santa María, mujer bellísima, por tu medio, queremos agradecer al Señor por el “misterio de la belleza”. Él la hace resplandecer en las cumbres inmaculadas cubiertas de nieve, en el profundo silencio de los bosques, en la fuerza incontrolable de los mares, en el suave perfume de las hierbas, en la sonrisa inocente de los niños, en la callada paz de la noche…

La belleza es un don que nos envuelve de felicidad, aunque sea por un momento fugaz y que nos abre las rendijas que apuntan hacia lo eterno. Es la belleza que Dios permite que brille en las lágrimas de un niño; que se manifieste en la armonía del rostro de la joven mujer, en el encanto de su mirada, pudorosa y esquiva; en la blancura de las canas del anciano que procede tembloroso, pero irradiando sabiduría y paz… en la callada aparición de una canoa que se desliza sobre el río. Santa María, mujer bellísima, esplendorosa como un plenilunio de abril, reconcílianos con la belleza. Santa María, mujer bellísima, haznos comprender que sólo la belleza salvará al mundo”.

Así concluye, Mons. Tonino su inspirado poema, citando la conocida afirmación del autor ruso Dostoievski: “Sólo la belleza salvará al mundo”. El mal, cualquier tipo de mal, siempre es feo y sucio, llevando en sí una trágica fuerza destructora.

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