
La Virgen de Lourdes es una de las advocaciones de la Virgen María más conocidas a nivel mundial. Todo sucedió a principios de 1858 en la gruta de Massabielle en Lourdes, Francia. Allí, a los pies de los Pirineos, una joven llamada María Bernadette Soubirous presenció dieciocho apariciones de la Virgen.
Bernadette tenía 14 años y creció en el seno de una familia pobre y analfabeta. Un día estaba con su hermana y una amiga recogiendo leña en el campo y entonces ocurrió: una ráfaga de viento dio paso a la primera aparición de la Virgen María. La joven declaró que: “Vi a una Señora vestida de blanco: llevaba un vestido blanco, un velo también de color blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie”.
Al llegar a casa Bernadette se lo contó a sus padres y estos le prohibieron acercarse a ese lugar. Bernardita sentía una fuerza interior que la empujaba a volver a la gruta y tras su enorme insistencia la dejaron regresar al punto donde había sucedido el primer encuentro. Entonces, como ocurrió la vez anterior, Bernardita vio aparecer de nuevo a la Virgen. Bernadette le echó agua bendita y la Señora sonrió e inclinó la cabeza. Al terminar de rezar el rosario, la Señora desapareció.