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Viernes, 26 Abril 2024
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Mensaje de los Obispos de la Conferencia Episcopal a la Iglesia y al pueblo de Costa Rica al finalizar la CXXVII Asamblea Ordinaria 

“El amor a Dios y al prójimo es un único amor”

Cuaresma: tiempo de actuar y de detenerse ante el hermano herido

 

Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, reunidos los días 26 al 29 de febrero de 2024, en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, compartimos nuestro sentir.

En su mensaje para la Cuaresma del presente año, el Papa Francisco nos ha recordado que “es tiempo de actuar… de detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”.

La Iglesia, desde su origen en nuestro Señor Jesucristo, es portadora de una buena noticia: “el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4,18). Los discípulos del Señor se dispersaron “anunciando el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo” (Hechos de los Apóstoles 8,12), mensaje que entraña la posibilidad de vivir según el proyecto de Dios, desde las actitudes de amor, justicia y solidaridad, tanto en el ámbito interpersonal como en el social.

Hemos querido en esta Cuaresma, en consonancia con la invitación del Papa Francisco, reflexionar sobre nuestra realidad desde la visión del desarrollo humano integral al que nos invitó san Pablo VI, en su encíclica Populorum progressio. Dicho desarrollo se concibe como el resultado de una dinámica social que permita que el ser humano vaya alcanzando cada vez más plenitud de vida, conforme con su elevada dignidad. Nos referimos a este tema fundamentados en que “la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio. Este desarrollo se lleva a cabo mediante el cuidado de los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación”. (Papa Francisco, Carta al Dicasterio Desarrollo Humano)

Como pastores, sentimos el deber de reflexionar sobre el desarrollo humano de Costa Rica y de la población de cada una de nuestras diócesis, atendiendo a sus desafíos, tanto en lo que debemos superar como en lo que debemos potenciar. Destacamos algunos aspectos de nuestra evaluación del actual modelo de desarrollo del país.

 

Aspectos que limitan el desarrollo humano integral

Mirar el desarrollo costarricense solamente desde indicadores económicos sería un error. Ya el Papa san Juan XXIII afirmó que “el desarrollo económico y el progreso social deben ir juntos y acomodarse mutuamente, de forma que todas las categorías sociales tengan participación adecuada en el aumento de la riqueza de la nación" (Mater et magistra, 73).

El país cerró el año pasado con una de las mejores tasas de crecimiento económico de la región latinoamericana: primer lugar mundial de atracción de inversión extranjera directa en proporción al tamaño de nuestra economía; reducción de la deuda pública respecto del producto interno bruto; reducción de la tasa de desempleo; país con la menor tasa de inflación de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico OCDE; crecimiento sobresaliente en sus exportaciones, incluidas las exportaciones agrícolas; con un gran prestigio, al punto de haber sido declarados como el “destino turístico del 2024”[1].

Pero, lamentablemente, hay evidencias de que no marchamos decididamente hacia un mayor desarrollo humano integral:

MENSAJE PARA EL TIEMPO DE PASCUA DE LOS OBISPOS
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COSTA RICA

«¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado»

San Lucas 24, 5-6

Como pastores del pueblo de Dios enviamos nuestro gozoso saludo pascual al Pueblo de Dios en nuestro país, tras haber celebrado los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo durante la Semana Santa.

Luego de dos años de pandemia, provocada por el COVID-19, el pueblo fiel católico volvió a celebrar, en los templos y en las calles, los misterios de la fe, hecho que nos llena de regocijo y agradecimiento profundo en el Señor, pues nos ha permitido reavivar nuestro espíritu, encontrarnos presencialmente y alimentar nuestra esperanza común.

«Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe», (I Corintios 15, 14).  Hemos vivido y celebrado el misterio pascual con la mirada puesta en Cristo Resucitado, quien ha vencido la muerte.  Por ello, este tiempo de la Pascua, que vive la Iglesia, es tiempo de gracia y tiempo propicio para redescubrir que nuestro futuro no está en el frío y el vacío de un sepulcro, sino que está más allá, en la eternidad.  ¡Esto es lo que creemos y vivimos los cristianos!

Al mismo tiempo, la resurrección de Jesucristo nos abre el horizonte a la esperanza:  esperanza de una vida y un país mejores; esperanza de que la pandemia terminará y que podremos superar una serie de brechas que afectan a nuestros hermanos más vulnerables.

Sintámonos animados por lo que nos manifiesta el Papa Francisco:  «De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo:  ‘Alégrense’ (Mt 28, 9).  Es la primera palabra del Resucitado después de que María Magdalena y la otra María descubrieran el sepulcro vacío y se toparan con el ángel.  El Señor sale a su encuentro para transformar su duelo en alegría y consolarlas en medio de la aflicción (cfr. Jr 31, 13).  Es el Resucitado que quiere resucitar a una vida nueva a las mujeres y, con ellas, a la humanidad entera. Quiere hacernos empezar ya a participar de la condición de resucitados que nos espera» (17 de abril, 2020, meditación en revista española Vida Nueva).

La intensa y concurrida celebración de la Semana Santa, en cada una de nuestras comunidades parroquiales, a lo largo y ancho de todo el país, nos anima a redescubrir los valores de un pueblo creyente.  Agradecemos, también, el respeto con el cual esta fe se ha manifestado y vivido.  Sin embargo, esta celebración no se puede quedar sólo en un momento determinado o en una época especial.

Nos dice el Santo Padre, en su Encíclica Lumen Fidei, n. 51:  «La fe permite comprender la arquitectura de las relaciones humanas, porque capta su fundamento último y su destino definitivo en Dios, en su amor, y así ilumina el arte de la edificación, contribuyendo al bien común».

Precisamente, nuestro llamado es a continuar manifestando nuestra fe en cada lugar en que nos encontremos, en toda situación que enfrentemos, en todo momento que sea necesario para contribuir a mejorar nuestra sociedad.

Camino al cambio de mando en nuestras autoridades de gobierno, tanto en el Poder Ejecutivo como en el Poder Legislativo, les hacemos un llamado a poner la mirada en el mejoramiento y crecimiento del país, teniendo en cuenta sus principales problemáticas; más aún, poniendo en el centro de cada una de las decisiones que se tomarán a la persona humana.

Agradecemos a las autoridades salientes y saludamos de modo especial al presidente de la República Carlos Alvarado Quesada.  Agradecemos todos los esfuerzos que el gobierno, que está por terminar, ha realizado por Costa Rica; sabemos los duros momentos vividos a causa de la pandemia.

Una vez más, imploramos sobre el presidente electo, Rodrigo Chaves Robles, y por todos quienes ingresarán a trabajar en la función pública a partir del mes de mayo, la bendición del Señor para que puedan ejercer sus cargos con sabiduría, humildad y acierto.

Una familia unida

Febrero 02, 2022

Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica hacen llamado a que tras el proceso electoral se trabaje por el bien común.

2 de febrero, 2022.

A escasos días de las Elecciones Nacionales, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica han realizado un nuevo llamado para poner los intereses del país por encima de los intereses particulares.

Una vez que se dé la elección del próximo 6 de febrero, y aún si correspondiera continuar a una segunda ronda para elegir presidente y vicepresidentes, los Obispos llaman a “trabajar por el bien común, a unirnos como país, como una sola familia”.

Según recogen del Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 1906, los Obispos enfatizaron la necesidad de comprender el mensaje del Magisterio: “El bien común afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad”.

En un nuevo llamado a votar y apreciar el derecho sagrado del sufragio, los Obispos ponen especial atención a que electores y elegidos, a partir del 6 de febrero, “trabajen por el bien de Costa Rica”.

Así como en días anteriores, y desde los meses de las convenciones que se desarrollan en algunos partidos políticos, los Obispos confían en el fortalecimiento de la democracia, y que a 200 años de vida independiente “se siga madurando en el sistema sobre el cual se han sentado las bases de Costa Rica y el cual es motivo de orgullo en el mundo, por los sólidos valores que lo conforman”.

MENSAJE PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO DE LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE COSTA RICA

¡QUIEN CREE, VE CON UNA LUZ QUE ILUMINA TODO! (Cfr. Lumen Fidei, 1)

«Y darás a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados» (San Mateo 1, 21)

El Señor nos regala un momento de gracia, por medio de la Iglesia, al vivir el tiempo de Adviento, con el cual iniciamos un nuevo Año Litúrgico, y nos preparamos para recibir a Aquél que todo lo ilumina y que nos salva de las oscuridades existentes en nuestra vida.

A partir del domingo 28 de noviembre iniciaremos como católicos el tiempo de Adviento, mediante el cual nos preparamos espiritualmente, para celebrar con inmenso gozo, el nacimiento de Jesús, como única Luz que nos salva de toda oscuridad en nuestra vida.

Este es un tiempo para volver la mirada a lo que trasciende más allá de lo que podemos ver. Las dificultades que todavía vivimos por la pandemia que ha golpeado y desnudado la oscuridad de una sociedad que descarta al más débil, al que menos tiene, que ha profundizado las desigualdades y oscurecido el futuro de muchos, nos lleva a proclamar el Evangelio de la Esperanza.

En este tiempo, estamos llamados a hacer brillar las buenas obras para dar gloria a Dios (cfr. Mateo 5, 16); y a que nuestras acciones reflejen los sentimientos de Jesús (cfr. Filipenses 2, 5), con ello podremos llenar de luz la vida entera, que es pasajera, pero que tiene un futuro esperanzador junto al Señor en la eternidad.

En tiempos en que la Pandemia generada por el COVID-19 está en aumento en muchas regiones del mundo, incluso en nuestro país, es momento de actuar con una mayor conciencia, de no bajar los brazos y de ser responsables con nuestras actitudes.

Costa Rica ha visto en los últimos días el aumento de casos, el crecimiento de hospitalizaciones y una mayor cantidad de personas en unidades de cuidados intensivos, las cuales están ante un inminente colapso. Asimismo, lamentablemente, las muertes diarias a causa de esta enfermedad están creciendo.

Sabemos que vivimos días de mayor apertura en distintos sectores y ámbitos del país, pues es necesaria la actividad económica y social. Sin embargo, este lapso de aperturas debe estar acompañado de mucha seriedad y responsabilidad por parte de todos. Debemos ser consecuentes en el cuidado que se nos pide tener.

Cada vez tenemos que ser más estrictos en el lavado de manos, en los protocolos para toser y estornudar, en el uso obligatorio de la mascarilla y en el distanciamiento físico. Salgamos a lo realmente necesario; si tenemos síntomas relacionados con el virus, debemos quedarnos en casa, para cuidarnos y cuidar de los demás.

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