La familia es un gran tesoro que todos debemos cuidar, en especial en estos tiempos donde es atacada por diversas ideologías que no creen en ella como pilar y base fundamental de la sociedad.
Es tiempo de hacer del encuentro familiar un hábito. Leer la Biblia, ir a Misa juntos, orar, ayunar, compartir en armonía. Poner nuestras limitaciones y adversidades, unidos en oración, delante de Dios. Caminar unánimes en las decisiones y pasos que vayamos a dar.
Quizás se necesite recuperar la economía, la unidad, la paz, la armonía o el amor. Cualquier situación será sanada cuando te vuelvas de todo corazón al Señor y desarraigues de tu casa toda pelea, división y competencia. Hazlo con la responsabilidad y el compromiso ante Dios de recuperar la relación con aquel que da sentido a la vida, y tu hogar será un lugar de refugio para los integrantes de tu familia.