La solidaridad es un valor personal que supone la capacidad que tienen los miembros que pertenecen a una comunidad de actuar como un todo. Esto se produce porque los miembros comparten intereses y necesidades entre sí, gracias a los lazos sociales que les unen. La definición de solidaridad se basa en el respeto y la empatía que nos conduce a comprender que el otro necesita de nuestra colaboración o apoyo. ¿Lo percibes así?
¿Cómo explicar a un niño o niña la solidaridad?
A veces, hay que tratar de entender cómo los niños y niñas ven el mundo, y a partir de ahí, trabajar para transmitirles una serie de valores. En el caso de la solidaridad, nos puede parecer un concepto un tanto abstracto, pero con imaginación se pueden conseguir grandes logros.
Una cosa que podemos hacer es intentar adaptar el mensaje para que ellos puedan comprenderlo sin problemas, y para ello, hay que tratar de introducirlo en actividades cotidianas. Te proponemos cuentos infantiles o películas con valores como una excelente manera de empezar a enseñarles la definición de solidaridad.
Debemos entender el concepto de solidaridad. Y si en la escuela también se fomenta la cooperación, el diálogo y el afecto, crearemos vínculos que mejorarán las relaciones entre los niños y niñas y al mismo tiempo desarrollaremos el clima idóneo para el nacimiento de la solidaridad. Pasar tardes en familia leyendo cuentos que incluyan este concepto o incluso crearlos vosotros mismos, e invitando a los pequeños y pequeñas a poner en práctica estas enseñanzas en su día a día con sus amigos. Así, estarás creando adultos responsables.
¿Cómo inculcar la solidaridad desde los primeros años de vida?.
Este es un valor que se debe trabajar desde la etapa infantil. Así, a partir de los 2 años de edad, los niños y niñas ya han desarrollado una conciencia sobre la existencia de otros, y son capaces de afrontar tareas como ayudar y colaborar.
Asimismo, establecer un entorno seguro en el que se puedan expresar sin temores y con total libertad resulta clave.
También lo es la vigilancia de los formadores y de las familias para detectar las conductas intolerantes o egoístas, para reconducirlas y extraer un aprendizaje del proceso.
Sin duda, la solidaridad es una muestra de altruismo que se aprende y se fortalece con los años de desarrollo, que convertirán a los más pequeños en personas capaces de establecer relaciones de confianza, en las que la reciprocidad, entendimiento, comprensión y afinidad son protagonistas. La justicia, la amistad, la empatía y la sensibilidad son valores muy relacionados con la solidaridad y la conciencia de ayudar a aquel que más falta le hace.
Debemos tener en cuenta estos consejos para educar en la solidaridad a los niños:
El ejemplo. La solidaridad se transmite y se aprende, sobre todo, con el ejemplo. Mostrando actitudes solidarias los adultos conseguiremos que los más pequeños interioricen su valor.
La empatía. Es posible que aprendan a ponerse en el lugar de los demás a partir de los 2 años. Es el mejor momento para empezar a inculcar el valor de la solidaridad.
La comunicación. Una relación fluida tanto con la familia como con los profesores y demás miembros de la comunidad educativa es clave para que acepten con confianza esos valores que les queremos trasladar.
Un entorno positivo. Para promover valores como la solidaridad debemos aportar a los niños entornos afectivos y comunicativos siempre positivos, en donde sientan libertad para expresarse y se sientan escuchados.
Mostrar lo que se consigue al ser solidario. Comentar todo lo bueno que ha logrado alguna persona al desarrollar una labor solidaria les hará entender su importancia.
Compartir en el Colegio. En el día a día en las aulas debemos potenciar su preocupación por los demás y la ayuda mutua.
Con la solidaridad los niños y niñas sabrán trabajar en equipo, compartir, respetar a los demás, ceder cuando sea necesario y, en resumen, convivir.
Pero la solidaridad hay que enseñarla en la vida cotidiana para que acaben superando sentimientos individualistas y egoístas que suelen aparece en los primeros años. Con un pequeño gesto empiezan los grandes cambios, iniciemos en nuestras familias con el ejemplo.
“Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse
plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo”.
Papa Francisco