“Nos pusimos a su disposición para hacer llegar a la mayor cantidad de población sus fresas, vainicas, culantro, cebollas y papas, entre otros. La parroquia funciona como un puente entre los productores y el cliente final”, explicó.
Incluso, dada la dificultad de los productores de hacer envíos exprés, la parroquia los apoya ofreciéndoles el transporte al consumidor final, que se encuentra en sus hogares, instituciones y comercio.
“En la actualidad, dada la disminución de ingresos en la parroquia tratamos de generar así también una entradita para continuar sosteniendo la tarea evangelizadora y pastoral en estos días de crisis”, precisó el sacerdote.
El drama de los productores y trameros que trabajan con fresa y otros productos agrícolas en la zona no es nuevo. En el pasado los frecuentes cierres del Parque Nacional Volcán Poás los impactó directamente. Al no tener afluencia de turistas sus ingresos se vieron seriamente afectados. Con la reapertura del Volcán inició un camino hacia la estabilización, pero igualmente se caminaba sobre arenas movedizas, ya que al restringirse la cantidad de visitantes, los ingresos no eran los esperados. Ahora el cierre de la actividad comercial producto de la pandemia del Covid-19 terminó de socavar un terreno que ya era inestable.
“Valga recalcar que esta crisis no sólo ha afectado a los freseros, sino también a otros agricultores y productos frescos, sumado los restaurantes, tours y todos los que dependen del sector turismo”, explicó el Padre Hernández.
“Los que dependían directamente de la afluencia de turistas a la zona se vieron en la necesidad de recurrir a las redes sociales, ir puerta a puerta de hogares o a orillas de las calles del Valle Central y más allá a ofrecer su producto. En algunos casos otros regalaron su cosecha a hogares de ancianos o instituciones de beneficencia y en los escenarios más crudos tirar su producción”, explicó el sacerdote.
Por eso, desde que se dio la declaratoria de emergencia nacional (el 16 de marzo) “y al tomar conciencia que los hermanos productores y todos los que dependen del sector turismo se iban a ver golpeados surgió en la parroquia la iniciativa de ofrecer a los freseros una plataforma mediante la cuál pudieran ofrecer sus productos”, reiteró el párroco.
La comunidad parroquial de San Isidro Labrador tiene una realidad muy diversa, por un lado está el centro parroquial y las diaconías del Rodeo, Cerrrillal y Dulce Nombre dedicadas básicamente a la actividad cafetalera y la producción de helechos, sector que también ha sido golpeado por la pandemia, y la parte alta Laguna, Pedregal, Fraijanes y Poasito dependientes de la agricultura, lechería y mayoritariamente del turismo.
“Desde los distintos flancos hemos tratado de estar cercanos y atentos a sus necesidades tanto materiales como espirituales. Antes de la declaratoria de emergencia esta realidad nos permitió incursionar en una forma concreta de hacer pastoral acompañando en sus luchas y gestiones a todos los sectores de manera personal o en las diferentes reuniones de sus cámaras. El trato personal y cercano, conocer a sus familias y su realidad es la manera más efectiva de ser y hacer Iglesia en momentos como estos. El distanciamiento social y las medidas del Ministerio de Salud nos impiden que podamos hacer más, pero nunca falta una oración o una bendición para ellos, sus familias o sus campos. Con el mes de mayo inicia también la novena preparatoria a la fiesta patronal en honor a San Isidro Labrador. Con las medidas de protección del caso, la imagen de nuestro Santo Patrono visitará una vez más los campos y productores para llevar consuelo y esperanza”, concluyó el Padre Luis.
Quien desee contactar puede hacerlo a través del Fb: Parroquia San Isidro Labrador-Alajuela.