Eco Católico conversó con el Padre Sergio Hernández Herrera, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal, quien compartió algunas ideas a la luz de la Declaración.
De entrada, el sacerdote rescata la definición que hace el documento respecto al concepto de dignidad en cuatro ámbitos: ontológico, moral, social y existencial.
En resumen, la dignidad ontológica corresponde a la persona como tal por el mero hecho de existir y haber sido querida, creada y amada por Dios. La moral se refiere al ejercicio de la libertad por parte de la criatura humana. La existencial, o sea, la posibilidad de vivir una vida digna, donde se viva con paz, alegría y esperanza.
En el campo social hace referencia a las condiciones en las que vive una persona. Ocurre que a veces una persona se ve obligado a vivir de una manera que contradice su dignidad inalienable, por ejemplo, alguien en condición de pobreza o un migrante que se ve obligado a huir de su país.
El Padre Sergio explica que el valor de la persona humana lo da Dios y esto se revela especialmente a través de Cristo. Así, la dignidad va más allá de simples percepciones individuales o valores económicos.
Subraya que con este documento la Iglesia busca comunicarse especialmente con los fieles e informarles respecto a temas que son actuales, en este caso, manifiesta su posición respecto a cuestiones sobre la dignidad humana.
Reflexiona que cuando la persona humana trata de ser Dios, de autodefinirse, basado únicamente en su racionalidad, como un simple animal racional, se queda solo con su animalidad.
Por eso, enfatiza, la Iglesia busca que se tutele la dignidad del ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural. A modo de ejemplo, expone que en el caso de un vientre de alquiler se piensa en determinados derechos individuales como un “derecho a tener hijos” o “un derecho a la felicidad”, pero no se tome en cuenta la dignidad de ese niño que va a nacer.
En una situación como esa “no se ve la vida como un don de Dios, sino que se juega a ser dioses y en ese juego se perjudica la dignidad propia y la de otros”, señaló el Padre Sergio. De ahí que el Papa Francisco haga un llamado universal a prohibir la maternidad subrogada.
Sin embargo, como menciona el sacerdote, a veces lamentablemente tienen más peso los intereses políticos o ciertas agendas ideológicas que el valor de la dignidad humana.
Y esto -agrega- muchas veces se justifica con argumentos seudocientíficos, como que la vida inicia semanas después de la concepción y, por lo tanto, si una mujer se practica un aborto solo elimina un “saco de células”.
El Padre Sergio expresó que la Iglesia y los fieles hacen esfuerzos a través de diferentes organizaciones para velar por la dignidad de los seres humanos, como ocurre con la atención para hermanos necesitados, migrantes, personas en situación de calle, mujeres inesperado y otros. No obstante, añade, estos son temas que incumben al gobierno y a toda la sociedad.
Por último, el presbítero recordó que “Cristo murió por todos, no por unos cuantos” y motivó a las personas a leer el documento, el cual puede ser descargado de nuestra página web www.ecocatolico.org
Un texto esperado
El pasado lunes 8 de abril se publicó finalmente la esperada declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe “Dignitas infinita” sobre la dignidad humana. El prefecto, cardenal Víctor Manuel Fernández, en su presentación, recordó que se han necesitado cinco años para preparar el documento, con una sustancial modificación final “para responder a una petición del Santo Padre, que explícitamente instaba a centrar la atención en las graves violaciones actuales de la dignidad humana en nuestro tiempo, en la estela de la encíclica ‘Fratelli tutti’”.
Está estructurada en cuatro partes: En las tres primeras, se recuerdan principios fundamentales y supuestos teóricos para ofrecer importantes aclaraciones que puedan evitar las frecuentes confusiones que se producen en el uso del término ‘dignidad’. En la cuarta parte, presenta algunas situaciones problemáticas actuales en las que no se reconoce adecuadamente la inmensa e inalienable dignidad que corresponde a todo ser humano.
Denunciar estas graves y actuales violaciones de la dignidad humana es un gesto necesario, porque la Iglesia alimenta la profunda convicción de que no se puede separar la fe de la defensa de la dignidad humana, la evangelización de la promoción de una vida digna y la espiritualidad del compromiso por la dignidad de todos los seres humanos.
