El 8 de marzo recuerda las luchas que históricamente han realizado las mujeres para ser escuchadas y tener el espacio que merecen en la sociedad. El Día Internacional de la Mujer es una oportunidad para reflexionar sobre los obstáculos y limitaciones que enfrentan, así como de las oportunidades, en nuestro contexto costarricense.
Cómo no reconocer su protagonismo a lo largo de la historia a través de diversas obras de bien social y organizaciones humanitarias, preocupadas siempre por el bienestar de los más vulnerables, y el cuidado de la Casa Común. Su innegable aporte, en las distintas áreas del quehacer humano, se enaltece aun más con su servicio a la educación y la transmisión de valores. Sin embargo, no siempre se reconoce su trabajo, o queda invisibilizado, y se enfrentan a distintas formas de discriminación, violencia, pobreza, desempleo, inseguridad.
Vivimos hoy tiempos convulsos e inciertos, marcados por la desigualdad, la desesperanza y la vulnerabilidad en amplios sectores de nuestra sociedad, principalmente entre las mujeres Nuestra palabra de reconocimiento se dirige hoy, especialmente, a las mujeres jefas de hogar de nuestro país, quienes lideran el 46,3% de los hogares sumidos en la pobreza; a las madres solteras, las víctimas de la violencia y a aquellas que sufren el desempleo, incluso con menos probabilidades de encontrarlo, y exponiéndose a ganar menos que los hombres (cf. Informe del Estado de la Nación 2023 y la Encuesta Nacional de Hogares 2022).
Es imprescindible que las mujeres tengan la oportunidad de hablar y ser escuchadas, de compartir equitativamente las responsabilidades en el hogar y la familia, de tomar parte en las decisiones que las afectan directamente. Deben existir políticas públicas claras y centradas en atender las necesidades de la población femenina, sobre todo, para aquellas mujeres en situaciones de vulnerabilidad, sin distinción ni discriminación alguna.
Por parte de la Iglesia, queremos que nuestras convicciones de fe se acompañen de hechos concretos a su favor. Seguimos acompañando y ayudando a crecer a las mujeres sin escatimar recursos y esfuerzos para favorecer su desarrollo pleno y el influjo positivo en sus familias y en nuestros ambientes eclesiales. Particularmente reconocemos. la entrega y abnegación de las religiosas a los sectores pobres de la sociedad, la dedicación de tantas mujeres en distintos servicios eclesiales, sobre todo en la catequesis, y la labor evangelizadora de las mujeres en sus familias.
Finalmente, como dice el Informe de síntesis de la primera sesión de la Asamblea Sinodal, recién celebrada en Roma, nos comprometernos a “promover una Iglesia en la que hombres y mujeres dialoguen, a fin de comprender mejor la profundidad del designio de Dios, en que aparecen juntos como protagonistas, sin subordinación, exclusión ni competencia. (Síntesis de la Asamblea Sinodal, 9 h). En este sentido, las animamos a hacer sus aportes al proceso sinodal, para responder a lo que Dios quiere de nuestra Iglesia en comunión, participación y misión.
Que María, la mujer de Nazareth, interceda por cada una de ustedes y, estimulados por el ejemplo de tantas mujeres santas y valientes como Rut, que han pasado dejando huella en medio de nuestros pueblos, tengamos la alegría de caminar juntos tras de Cristo.
Dado en San José, a los 8 días del mes de marzo de 2024.
Monseñor Javier Román Arias
Obispo de Limón
Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
Monseñor Bartolomé Buigues Oller
Obispo de Alajuela
Secretario de la Conferencia Episcopal de Costa Rica