Face
Insta
Youtube
Whats
Sábado, 27 Abril 2024
Suscribase aquí

Sagradas Escrituras: La palabra creadora

By Pbro. Mario Montes M. / Animación bíblica, Cenacat Septiembre 10, 2023

Si nos fijamos en las primeras páginas de la Biblia, en concreto en el libro del Génesis (1, 3-27) nos encontraremos con las siguientes órdenes de Dios al crear por medio de su palabra, que en hebreo se dice “dabar”.

  • (“Y dijo Dios”): “Haya luz” y hubo luz.
  • “Haya un firmamento en medio de las aguas y que separe a unas aguas de otras” y llamó al firmamento cielo.
  • “Acumúlense las aguas de abajo de los cielos en un solo lugar y aparezca el suelo seco” y así fue.
  • “Produzca la tierra pasto y hierbas que den semilla y árboles frutales que den sobre la tierra fruto con su semilla adentro” y así fue.
  • “Haya lámparas en el cielo que separen el día de la noche...” y así fue.
  • “Llénense las aguas de seres vivientes y revoloteen aves sobre la tierra y bajo el firmamento...” y así fue.
  • “Produzca la tierra animales vivientes...” y así fue.
  • “Hagamos al hombre a nuestra semejanza...” y así fue…

 

Como vemos, hay una palabra que Dios pronuncia y que hacer surgir (crear) la vida y los seres creados, inanimados y vivientes hasta desembocar en la creación del ser humano, varón y mujer ¿En qué consiste esta palabra? ¿Hablaba Dios solo a manera de monólogo o se estaba comunicando con alguien más, como si conversara parecido a los seres humanos? En realidad, en el mundo bíblico, la palabra es más que un simple medio de comunicación entre los hombres. Forma parte de la interioridad de la persona que la pronuncia o habla y se le atribuye una eficacia especial (Dt 32,1-2; Prov 18,4). Y esto vale especialmente a cuando se dice que Dios “habla” o se expresa.

Su palabra es absolutamente eficaz, a la hora de crear y conservar el universo (Gén 1,3-27; Sab 9,1; Sal 33,6-9). De forma que cuando leemos aquí que Dios “dice” o “dijo”, significa su acción todopoderosa que crea el universo, el mundo y el hombre. Aquí la palabra se considera como algo dinámico, en paralelo con el “ruah elohim” que vimos el domingo anterior (soplo de Dios), que planea sobre el caos, para sacar de él el orden y variedad de todas las cosas y de los seres (Gén 1,3).  Dios con su palabra, no solamente ha creado todas las cosas, sino que rige el orden de la naturaleza en sus diversos fenómenos. Así, envía a la tierra sus órdenes y, como nos recuerda de forma bella el Salmo 47: Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza; hace caer el hielo como migajas y con el frío congela las aguas; envía una orden, y se derriten; sopla su aliento, y corren… (v.v. 15-18).

Sobre todo se manifiesta en la historia de Israel: su palabra “cae en Israel” (Is 9,7; Sal 46,7; 106,9; 107,25; 148,8; Jb 37,5) y subsiste eternamente (Is 40,8) y no vuelve sin haberse realizado (con la bella imagen de la lluvia y la nieve que caen, en Is 55,10-11), no porque tenga un poder mágico de eficacia automática, sino porque el Señor la mantiene y la hace cumplir (Dt 9,3; Núm 23,19; 1 Sam 3,12;  Is 44,26; Jer 1,12). También la expresión “palabra de Yahvé” o “así dice el Señor” en los libros proféticos, tiene el sentido de comunicación divina directa en sentido amplio, ya sea por una locución que el oído humano puede captar o por una vivencia mística e íntima, de tipo imaginativo o conceptual, porque Dios se acomoda a la mente o a la sicología del instrumento del que se vale (hablamos aquí de las personas), para que pueda transmitir sus mensajes o designios de salvación.

Así, la “palabra de Yahvé” es una frase estereotipada para indicar una revelación en general, de tipo ocular íntimo (1 Rey 13,1.5.9.17.18.32). Los profetas son los mensajeros o portavoces de la palabra de Dios (Jer 18,18), como los sacerdotes dan la decisión o “torah” (ley) y los sabios el consejo (ver Ag 2,11-14; Ez 7,26). Pues bien, la palabra eterna de Dios se ha expresado, en primer lugar, en la obra de la creación, de tal manera que el hombre puede conocer a Dios en la creación misma. Posteriormente, Dios ha comunicado su Palabra en la historia de la salvación. Dios ha querido hacerse “compañero” del hombre, entrando en su historia y haciendo camino con él.

El Antiguo Testamento recoge estos primeros pasos de Dios con la humanidad: en el diálogo con los primeros padres, en las promesas hechas a los patriarcas, en el acontecimiento liberador del éxodo, en la conquista de la tierra, en las historias de los jueces, en el ministerio de los profetas… Así va preparando los tiempos para su revelación plena en Jesucristo, su Palabra definitiva. En Él, la Palabra eterna se ha hecho pequeña, tan pequeña como para estar en un pesebre, es decir, su Hijo hecho hombre y nacido de María (Lc 2,16). Ahora la Palabra no sólo se puede oír, no sólo tiene una voz, sino que tiene un rostro que podemos ver: Jesús de Nazaret. En su persona, en sus palabras, en sus hechos y, finalmente, en su misterio pascual Dios nos abre su intimidad y nos invita a entrar en ella. Cristo, entonces, es la palabra encarnada del Padre (Jn 1,1-14).

Si Dios, como hemos visto, todo lo creó por medio de su palabra todopoderosa, su comunicación con nosotros ha llegado a su plenitud, por medio de su Hijo, que es la palabra viva del Padre. Precisamente en el prólogo del Evangelio de San Juan, al Hijo eterno de Dios es llamado Verbo o Palabra y se pone de manifiesto su origen intemporal, su categoría divina, su influencia en el mundo y en la historia. Viene a este mundo, asumiendo nuestra naturaleza humana y, lo más sorprendente, es que Él es creador como Dios, pues todo fue creado por él:

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe… Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad (Jn 1,1-3.10.14)

Lo que había sido el poder creador de Dios desde el comienzo viene a ser ahora una persona: el Hijo de Dios, Palabra viva del Padre, por la cual todo ha venido a ser y existir.

Una palabra que bien la podemos simbolizar en la voz humana y en nuestra capacidad de comunicación entre nosotros.

Síganos

Face
Insta
Youtube
Whats
puntosdeventa
Insta
Whats
Youtube
Dignitas Infinita
Image
Image
Image
puntos de venta
suscripciones
Catalogo editoria
publicidad
puntos de venta
suscripciones
Catalogo editoria
publicidad