La conmemoración del Día Mundial de Prevención del suicidio siempre es motivo para reflexionar, comprender y, sobre todo, actuar.
Este año, bajo el lema “Cambiar la narrativa sobre el suicidio”, la Organización Mundial de la Salud nos invita a replantear cómo abordamos esta cuestión tan sensible, cómo podemos contribuir a salvar vidas y, algo no menos importante, cómo podemos transformar el dolor en esperanza.
Ni debemos, ni podemos negar la evidencia y la magnitud del problema. Como país y de toda sociedad, de mayor o menor desarrollo, la situación es preocupante, pero también nos brinda una perspectiva clara sobre la importancia de la acción inmediata y mantenida.
La clave para abordar esta crisis es reconocer que, aunque el problema es relevante, no es insuperable. Cambiar la narrativa sobre el suicidio significa, antes que nada, transformar el miedo y el estigma en diálogo y acción.
Exige entender que cada intento, cada pensamiento suicida, es un grito silencioso pidiendo ayuda, un grito ante el que es obligado responder adecuadamente, en tiempo y forma.
El director de tésis para optar por el grado de doctorado en Filosofía de Edith Stein fue el reconocido filósofo alemán, Edmund Husserl. En aquel momento, la joven obtuvo el reconocimiento Summa Cum Laude por su trabajo. En aquella época, aquello hubiera bastado para ser nombrada catedrática, pero se lo negaron, primero por ser mujer y, luego, por ser judía.
En todos los pueblos del mundo (y Costa Rica no es la excepción), encontramos lugares ligados a acontecimientos. Por ejemplo, Los Ángeles en Cartago gracias al hallazgo de la imagen de la Patrona de Costa Rica, Nuestra Señora de los Ángeles. El Codo del Diablo, un lugar de Siquirres, Limón, donde ocurrió un terrible crimen de seis presos políticos, un 19 de diciembre de 1948. En la capital, San José, el famoso Paseo de los Estudiantes, por citar alguno de tantos. Es uno de los bulevares más transitados diariamente en San José, pero pocas personas conocen el porqué de su nombre. En 1937 se le llamó así para reconocer el esfuerzo que hicieron los estudiantes josefinos, en la lucha contra la dictadura del presidente Federico Tinoco, junto con trabajadores y otros personajes importantes de la tradición costarricense. En la actualidad, es más reconocido como “Barrio Chino”, pero es importante recordar el valor histórico que este lugar representa para el país. Y así por el estilo. Tienen un valor simbólico para todos nosotros.
Los diáconos permanentes de la Arquidiócesis de San José celebraron una santa misa para dar gracias a Dios por los diez años de su ordenación.
Este lunes 19 de agosto, la Diócesis de San Isidro celebró nada menos que 70 años de haber sido erigida. Por este aniversario, la Iglesia particular ha venido viviendo una serie de actividades dentro de un Año Jubilar, con momentos celebrativos y de fraternidad en todas sus parroquias y comunidades.
Concretamente, ese día celebró una santa misa en agradecimiento a Dios por el aniversario, en la Catedral diocesana a las 10 de la mañana, presidida por Monseñor Juan Miguel Castro, obispo diocesano, y concelebrada por varios obispos del país, el clero generaleño y fieles, que se espera lleguen en gran cantidad.
“Qué bendición para esta querida diócesis llegar a esta edad donde se han vivido infinidad de momentos lindos e importantes”, motiva la participación en la Eucaristía Mons. Castro.
Datos para la historia
El 19 de agosto de 1954, el Papa Pío XII erigió la Diócesis de San Isidro mediante la bula “Neminem Fugit”. Esta nueva jurisdicción eclesiástica es desmembrada de la Arquidiócesis de San José y de la Diócesis de Alajuela, comprendió los cantones de Dota, Tarrazú, y Pérez Zeledón de la Provincia de San José, y los cantones de Aguirre, Osa, Buenos Aires y Coto Brus de la provincia de Puntarenas, atendidos hasta ese momento por la Diócesis de Alajuela.
Después, con la creación de la Diócesis de Puntarenas, el 17 de abril de 1998, el territorio diocesano quedó modificado al separársele los territorios pertenecientes a los cantones de Aguirre y Parrita, así como los correspondientes a la Isla del Coco, al pertenecer al cantón de Puntarenas, geografía comprendida en la nueva jurisdicción.
La Diócesis de San Isidro de El General, está bajo el patrocinio de San Isidro Labrador, humilde santo madrileño, agricultor y jornalero que muere hacia el año 1130, y es canonizado por el Papa Gregorio XV, el 16 de junio de 1622.
La diócesis, está actualmente conformada por cinco vicarías foráneas, que agrupan 26 parroquias y más de seiscientas comunidades o filiales, distribuidas en los 7.857,04 km² de territorio, con una población estimada para el 2020, según datos del INEC, en 410.244 personas.