Nuestros últimos pontífices han hablado del genio femenino, incluso el Papa Francisco. “Juan Pablo II emplea este término por primera vez en la carta Mulieris Dignitatem y lo define como el conjunto de dones específicamente femeninos -comprensión, objetividad de juicio, compasión- que se manifiestan en todos los pueblos… No se trata de una serie de dones extraordinarios encarnados en mujeres extraordinarias, sino de dones vividos por mujeres simples que los encarnan en la vivencia de lo cotidiano”.[1]
Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, cuya fiesta celebramos el primer día de octubre, representa el genio femenino en total plenitud. No fue una mujer de las que llaman hoy “empoderadas” por iniciar un negocio propio o incluso por fundar una nueva congregación.
Desde pequeña era muy lista y observadora. Dios la dotó de una gran inteligencia, un corazón noble, generoso y una memoria prodigiosa. Al crecer en una familia con padres santos, ya incluso canonizados ambos, Teresita aprendió a vivir en amor y a perdonar. Siendo apenas una adolescente sintió la llamada de Dios a una vocación especial y congruente con su fe y las enseñanzas de sus padres, Teresita respondió a Dios con un sí firme y con valentía.
Me recuerda a la Santísima Virgen que siendo apenas una adolescente aceptó ser la Madre de Dios. Ella, de la misma forma, con apenas 15 años, comprendió que Dios la llamaba a ser monja de claustro en el Carmelo de Lisieux y luchó por su ideal hasta lograrlo. Fue con su padre y su hermana a ver al Papa León XIII y aunque no se podía hablar o acercarse mucho, ella tomó la oportunidad única y le pidió al Papa que la dejara entrar al convento con 15 años. ¡Una santa osadía!
Teresita llega al convento con convicciones muy firmes, quiere ser santa y toma aquel lugar como su campo de entrenamiento en caridad para con las hermanas. La pequeña flor blanca, Teresa, observa y medita en su corazón. Llega al conocimiento de su misión gracias a su oración y se reflexión, descubre con una lógica maravillosa al leer la Palabra que Dios es amor y misericordia; que, si sus padres la amaron tanto y eran solo criaturas, el Creador no podía amarla menos que sus padres, sino al contrario, de Dios venía el amor.
Santa Teresita es Doctora de la Iglesia por su eminente doctrina, original y apegada a la Iglesia y a la Escritura. Con qué claridad, sencillez y al mismo tiempo maestría, con 23 años escribe su famoso caminito de infancia espiritual que ha beneficiado a miles de almas en la historia. Su doctrina no se la enseñó una Universidad o un sacerdote, ni siquiera el Carmelo. Se la enseñó el Espíritu Santo por tener un alma dócil y abierta a la gracia de Dios.