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Viernes, 01 Noviembre 2024
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Mal acostumbrados a vaciar de sentido las fiestas de fe, podemos correr el riesgo en esta Navidad de quedarnos sin lo esencial: Nuestro Señor Jesucristo.

Navidad es Jesús y sin Él no hay Navidad verdadera. Este ha sido un año muy difícil pero de muchos aprendizajes, uno de ellos acerca de nuestra fragilidad y de la interdependencia que nos une como familia humana.

Homilía en la Misa de Nochebuena, 24 de diciembre de 2019, Basílica de San Pedro.

 

La Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor. A mí, a ti, a cada uno de nosotros, Él nos dice hoy: “Te amo y siempre te amaré, eres precioso a mis ojos”. Dios no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de las tuyas; sin embargo, el Señor no deja de amarte.

Memoria: 26 de diciembre. A San Esteban se le llama “protomartir” porque fue el primer mártir de toda la historia católica. 

 

Diácono

En los Hechos de los Apóstoles el nombre de Esteban se encuentra por primera vez con ocasión del nombramiento de los primeros diáconos (Hechos, 6, 5). Habiéndose suscitado insatisfacción en lo relativo a la distribución de las limosnas del fondo de la comunidad, los Apóstoles eligieron y ordenaron especialmente a siete hombres para que se ocuparan del socorro de los miembros más pobres. De estos siete, Esteban es el primer mencionado y el mejor conocido.

 

Acusado por su fe

San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés.

 

Valiente cristiano

Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado. Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon.

 

Perdonó a sus verdugos

Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Y de rodillas dijo con fuerte voz: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y diciendo esto, murió. Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.

 

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Los griegos

Enero 14, 2021

En el Evangelio de San Juan (Jn 12,20-33), se nos cuenta que unos griegos querían ver y conocer a Jesús. El texto lo escuchamos en el 5° Domingo de Cuaresma del ciclo B (el próximo domingo 21 de marzo 2021). ¿Quiénes eran estos griegos? Vayamos al texto:

Entre los que había subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: “Señor, queremos ver a Jesús”. Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. Él les respondió: “Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado.  Les aseguro: si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.

El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre. Mi alma ahora está turbada., Y ¿qué diré: “Padre, líbrame de esta hora? ¡Sí, para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!”. Entonces se oyó una voz del cielo: “Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar”.

La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: “Le ha hablado un ángel”. Jesús respondió: “Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir.

 

"Señor, queremos ver a Jesús"

 

Se trata de una pregunta que hacen algunos "griegos" a Felipe. De ellos se dice que “habían subido a adorar en la fiesta". Es la fiesta de la Pascua judía. Probablemente son aquellos "temerosos de Dios" de los que se habla con frecuencia en los textos del Nuevo Testamento (ver Hech 10,1-2; 13,6); simpatizantes de la religión hebrea, aunque sin ser verdaderos judíos, pero representantes del mundo pagano.

“Durante este tiempo de pandemia, salgo lo menos posible y así he tenido tiempo para “ojear” una Biblia que desde cuando yo recuerde, siempre teníamos en casa. Me gustaría, Monseñor, recibir de usted unas indicaciones para que me ayuden a sacar provecho de la lectura de la Biblia, y para que no me “enrede” por causa de mis pocos conocimientos”.

 Irene Loaiza C. - Guanacaste.

 

Estimada Irene, le felicito por su decisión de dedicar más tiempo a la lectura de la S. Escritura. Es verdad, tratándose de unos escritos antiguos y que conciernen temas religiosos, no siempre fáciles, cualquiera, inclusive expertos en Biblia, tienen el riesgo - como dice usted,- de “enredarse”, pero las ventajas siempre son más que los riesgos. Además, si alguna página nos sorprende o nos resulta de difícil interpretación, hay muchas otras que nos resultan muy claras en su contenido y en sus propuestas. Siempre, además, hay la posibilidad de pedir la necesaria aclaración a quienes pueden dárnosla.

Aquí tiene, estimada Irene, unas propuestas. Las encontré en la publicación de la Biblia de la Iglesia Católica para jóvenes, con el prólogo del Papa Francisco. Se las adapto un poco para usted.

  • La Biblia es Sagrada Escritura, por eso es bueno que antes de empezar su lectura, le pidamos al Espíritu Santo, quien la inspiró, a que nos asista para que la podamos leer con provecho. Es igualmente útil elevar una breve oración de acción de gracia, una vez terminada la lectura.
  • La Biblia está llena de sorpresas…Aunque conozcamos ya algunas de sus páginas, volvamos a leerlas y así vamos aumentando nuestro asombro por la grandeza de Dios y le agradecemos su amor para con nosotros.
  • Cuanto más la leemos, tanto más vamos descubriendo en la Biblia su mensaje central y que es como el “hilo de oro “ que la atraviesa toda, a saber, que la muerte y el pecado no tienen la última palabra sino que el triunfo es de la vida y del amor…
  • Conviene leer todos los días, aunque sean pocos versículos, tomando así familiaridad con la Palabra de Dios, y constataremos que cuanto más avanzamos más vamos gustando de ella, como sucede con un canto o una pieza musical que se nos ha vuelto familiar.
  • Es muy útil tomar nota de lo que más nos llama la atención y apuntarlo en un cuaderno personal o en una página de la propia computadora, y a lo mejor, añadiendo algún comentario o reflexión personales.
  • No hay que tener prisa en completar la lectura… La Biblia no es una novela de la que queremos conocer la conclusión. En ella se no narra la Historia de la Salvación, nuestra propia historia, y en ella debemos vernos como actores a quienes les corresponde asumir su propia responsabilidad.
  • Necesitamos tener paciencia cuando algo nos sorprende o puede inclusive ”escandalizarnos” por relatos de pecados y delitos…. En tal caso, hay que tener bien en cuenta cual es la intención del Autor sagrado y si lo vemos necesario, pedir ayuda y luz a quien puede, por su preparación, ofrecérnoslas.
  • También nos ayuda leer algunas páginas de la Biblia con otros, en familia si hay la posibilidad, y dedicar un poco de tiempo para una posible “resonancia” de parte de todos, guiados por la pregunta:¿qué me dice a mí lo que acabamos de leer?.
  • Consideremos la Biblia, Palabra de Dios, como una larga carta del Padre y Amigo a amigos, por lo cual la acogemos con el corazón abierto y no sólo con la “cabeza” (inteligencia).
  • Nuestra vida es un camino, pero en él no estamos solos: nos acompaña e ilumina el camino, las Palabra de Dios, que es luz para nuestro sendero y lámpara para nuestros pasos (cfr sal, 118,105), como lo fue Cristo para con los discípulos de Emaús (cfr. Lc 24,13-35).

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