Ante estos equivocados comportamientos habría que preguntarse: ¿En verdad somos un “pueblo educado”? Y es que, como nuestros abuelos decían, “la jarana sale a la cara”, hoy tenemos que pagar con creces, o con vidas humanas que es aún más triste, los errores de un sistema educativo que sacrifica un verdadero enfoque humanista.
Las acciones correctivas deben ser precisas y concretas pues sólo desde una educación integral, abierta a los valores humanos y principios éticos y espirituales, podemos encaminar nuestros pasos, como dice el Papa, “en una existencia sin trascendencia, las cosas se vuelven ídolos”.
Aunque están en peligro nuestra salud y nuestra vida, esos ídolos del consumo, del placer, del lujo, del “facilismo”, de la abundancia, de falsa libertad, se resisten a morir desenfocando nuestra atención de lo que es verdaderamente importante. Por ello es urgente educar para la justicia, para el servicio, para la solidaridad y el amor. “Hoy más que nunca, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna”.[1] No se puede olvidar que los padres de familia son los educadores por naturaleza, y que la escuela y el Estado lo hacen complementariamente. El ejercicio sano y nutriente de la autoridad hacia los niños y jóvenes en su proceso formativo es necesario para ellos y un bien para la sociedad en general.
El Coronavirus nos está llevando a repensar los actuales modelos educativos y confío en que sea una oportunidad, no sólo para potenciar los recursos tecnológicos como vía de enseñanza y aprendizaje, sino para retomar el papel que desempeña la educación al “promover una cultura del diálogo, del encuentro y de la comprensión, de forma pacífica, respetuosa y tolerante”. [2]
El fortalecimiento de la familia como escuela de los más altos valores humanos y cristianos, sigue siendo la respuesta.
[1] Papa Francisco 14 de mayo del 2020
[2] Papa Francisco, Audiencia Unesco, 13 de febrero del 2020