Face
Insta
Youtube
Whats
Viernes, 17 Mayo 2024
Suscribase aquí

Luchó contra el cáncer durante 10 años, la enfermedad iba y venía, regresaba cada vez con más fuerza. Tenía el cuerpo con quemaduras y la piel se le arrancaba a causa de las tantas sesiones de radioterapia. Recibió un diagnóstico de infertilidad. Fue desahuciada dos veces.

Hoy Pamela Arguedas tiene 31 años de edad y tiene un hijo, que para ella representa un arco iris tras aquellos largos días de oscuridad. Los últimos exámenes mostraron que ya no hay rastros de células cancerosas en su cuerpo y ella agradece al Señor por esto.

Esta joven contó su testimonio en el Podcast En Libertad, un proyecto creado por jóvenes católicos. Usted puede escuchar los episodios en la plataforma Spotify (/En libertad) o en You Tube (@EnLibertadbyTeAmoDeVerdad).

 

¿Por qué a mí si yo te ayudé?

 

El primer episodio de En Libertad se titula “Mi turno de tocar la campana”. Precisamente, es la historia de Pamela, vecina de Atenas. Esta joven sirvió durante mucho tiempo en la Pastoral Juvenil. A partir de sus 20 años de edad, vivió un calvario tras recibir su diagnóstico de cáncer (linfoma de Hodgkin).

Al principio, los médicos le informaron que se trataba de un caso manejable. Recibió tratamiento, pero al poco tiempo el cáncer regresó más violento. Se sometió de nuevo a terapia.

Esta vez comenzó a perder el cabello, las uñas y las pestañas, todo lo que comía lo vomitaba, sentía mucho dolor y gran debilidad. Fue entonces, admite, cuando quiso rendirse. Empezó a pelear con Dios. “¿Yo te ayudé? ¿Por qué a mí? ¿Qué hice?”, preguntaba. “Hubo tres meses que dije: “Salado Dios, Él no quiere que esté con Él, no vuelvo a la Iglesia”.

Era tanto el dolor que ella le decía al Señor: “O me ayuda  o me lleva, pero no puedo estar así”. No obstante, una noche se sentía muy mal y pensó: “¡Qué tonta! El único que me puede ayudar es Dios”. Pidió perdón y tiempo después tuvo una mejoría.

La unción de los enfermos es quizá el sacramento que más evolución conoció en el desarrollo de la moderna teología sacramental, a partir del Vaticano II. La Iglesia vio que debía sacar urgentemente el sacramento de aquella atmósfera lúgubre que lo rodeaba, para que expresara esa esplendorosa teofanía que manifiesta la gracia de Dios a los enfermos. Esto se nota en la designación misma del sacramento. Se llamaba “De la extremaunción”, lo que implicaba un momento tétrico, la llegada de la muerte, sombra inexorable que sentenciaba al enfermo que yacía en su lecho y lo conducía al Hades y que venía acompañada por el cura. Esto cambió a “Unción de los enfermos”, indicando la nobleza del sacramento, que no es solo para preparar a la muerte cuanto para consolar al que sufre. A pesar del esfuerzo, y quizá por la desaceleración sufrida en la reflexión teológica, todavía hay fieles que buscan al cura instantes antes de que sobrevenga la muerte. La “extremaunción” recibió, en la misma “Sacrosantum concilium”, No. 73, este nuevo nombre precisamente porque “no es sólo el sacramento de quienes se encuentren en los últimos momentos de su vida”. Quiero volver a proponer estas ideas justo para que reconozcamos el momento más oportuno para administrar este sacramento y hacerlo, sobre todo, en forma solemne.

 

La naturaleza del sacramento

 

Ya el concilio de Florencia describía sus elementos esenciales. Posteriormente Trento lo declaró de institución divina, señalando los efectos que producía y reconociendo en su administración la gracia del Espíritu Santo, por cuanto es causa de purificación de los pecados, alivio y consuelo para el enfermo y suscitando en quien lo recibe confianza en la misericordia divina. Ya ungido, el enfermo sobrelleva mejor los sufrimientos y el peso de la enfermedad, resiste más fácilmente las tentaciones del demonio siendo que no poas veces incluso consigue salud para el cuerpo si conviene a la salud del alma. El Papa Pablo VI estableció una nueva fórmula para el sacramento eliminando algunas unciones que parecían innecesarias y enfatizando en la misericordia de Dios, en la ayuda que brinda el Espíritu Santo, para liberar de sus pecados al enfermo y concederle la salvación, así como consuelo en su trance.

El ritual mismo del sacramento señala que la celebración consiste primordialmente en la imposición de manos por parte de los presbíteros de la Iglesia sobre el enfermo, la oración y la unción con el óleo bendecido. Este rito en sí mismo es el que confiere la gracia del sacramento.

Si el sacramento otorga, pues, la gracia del Espíritu, si con este rito el ser humano es ayudado plenamente en su salud, es confortado con la confianza en Dios y robustecido contra las tentaciones del enemigo y la angustia de la muerte, de modo que pueda, no sólo soportar sus males con fortaleza, sino también luchar contra ellos e incluso conseguir la salud, es necesario verlo como un signo que nos mueve a construir, desplegar y hacer crecer además de consolidar la fe cristiana.

Todo esto nos lleva a pensar en lo urgente de recuperar los valores de este sacramento, así como mejorar en lo posible su administración, no solo en las visitas a los enfermos individualmente, cuanto en la celebración solemne, es decir, con la presencia de muchos fieles en algunos momentos fuertes de la vida de la Iglesia. A algunos presbíteros les gusta administrarlo en la Cuaresma, por cuanto lo unen al perdón de los pecados, y lo hacen dentro de la Semana Santa. Acaso no tenemos otra actividad digna de mejor suerte. Recuerdo alguno que, porque no se sentía atraído a participar en la celebración de la solemne misa Crismal el Jueves Santo, cuando el obispo, además de renovar las promesas al presbiterio, consagra el Santo Crisma y bendice los óleos de los enfermos y los catecúmenos, dedicaba la mañana de ese significativo día a celebrar una Eucaristía un poco apócrifa y ausente de sentido, dando masivamente el sacramento a los enfermos de su parroquia.

Estas tendencias, además de encoger la majestad del sacramento al impedirle aportar la gracia de la participación en la plenitud de Cristo, por cuanto se le niega su nexo con la vida, con la resurrección de Cristo, resulta, además, como un modo algo obvio de deshacernos del aceite viejo, el que va a quedar, “porque mañana vendrá el nuevo”.

Tengo para mí que eso no aporta mucho. Si el sentido correcto del sacramento de la Unción de los enfermos ha sido unir siempre al enfermo con Cristo, no se debe pensar solo en su pasión, sino, más todavía, en la resurrección del Señor. Sabemos que todo ser humano, enfermo o no, morirá un día. Por ello la Iglesia debe buscar acompañarlo en su dolor y hasta en su proceso de muerte, a sabiendas de que este bautizado se está preparando, en todo sentido, para participar de la resurrección de Cristo. Por ello me confieso convencido de que la Unción de los Enfermos debe darse en Pascua.

 

Un sacramento pascual

 

Mensaje de los Obispos de la Conferencia Episcopal a la Iglesia y al pueblo de Costa Rica al finalizar la CXXVII Asamblea Ordinaria 

“El amor a Dios y al prójimo es un único amor”

Cuaresma: tiempo de actuar y de detenerse ante el hermano herido

 

Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, reunidos los días 26 al 29 de febrero de 2024, en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, compartimos nuestro sentir.

En su mensaje para la Cuaresma del presente año, el Papa Francisco nos ha recordado que “es tiempo de actuar… de detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”.

La Iglesia, desde su origen en nuestro Señor Jesucristo, es portadora de una buena noticia: “el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4,18). Los discípulos del Señor se dispersaron “anunciando el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo” (Hechos de los Apóstoles 8,12), mensaje que entraña la posibilidad de vivir según el proyecto de Dios, desde las actitudes de amor, justicia y solidaridad, tanto en el ámbito interpersonal como en el social.

Hemos querido en esta Cuaresma, en consonancia con la invitación del Papa Francisco, reflexionar sobre nuestra realidad desde la visión del desarrollo humano integral al que nos invitó san Pablo VI, en su encíclica Populorum progressio. Dicho desarrollo se concibe como el resultado de una dinámica social que permita que el ser humano vaya alcanzando cada vez más plenitud de vida, conforme con su elevada dignidad. Nos referimos a este tema fundamentados en que “la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio. Este desarrollo se lleva a cabo mediante el cuidado de los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación”. (Papa Francisco, Carta al Dicasterio Desarrollo Humano)

Como pastores, sentimos el deber de reflexionar sobre el desarrollo humano de Costa Rica y de la población de cada una de nuestras diócesis, atendiendo a sus desafíos, tanto en lo que debemos superar como en lo que debemos potenciar. Destacamos algunos aspectos de nuestra evaluación del actual modelo de desarrollo del país.

 

Aspectos que limitan el desarrollo humano integral

Mirar el desarrollo costarricense solamente desde indicadores económicos sería un error. Ya el Papa san Juan XXIII afirmó que “el desarrollo económico y el progreso social deben ir juntos y acomodarse mutuamente, de forma que todas las categorías sociales tengan participación adecuada en el aumento de la riqueza de la nación" (Mater et magistra, 73).

El país cerró el año pasado con una de las mejores tasas de crecimiento económico de la región latinoamericana: primer lugar mundial de atracción de inversión extranjera directa en proporción al tamaño de nuestra economía; reducción de la deuda pública respecto del producto interno bruto; reducción de la tasa de desempleo; país con la menor tasa de inflación de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico OCDE; crecimiento sobresaliente en sus exportaciones, incluidas las exportaciones agrícolas; con un gran prestigio, al punto de haber sido declarados como el “destino turístico del 2024”[1].

Pero, lamentablemente, hay evidencias de que no marchamos decididamente hacia un mayor desarrollo humano integral:

Página 1 de 23

Síganos

Face
Insta
Youtube
Whats
puntosdeventa
Insta
Whats
Youtube
Dignitas Infinita
Image
Image
Image
puntos de venta
suscripciones
Catalogo editoria
publicidad
puntos de venta
suscripciones
Catalogo editoria
publicidad