Aunque Iris no fue quién abortó, sino que sólo ayudó, “el peso de la culpa la llevó a compartir lo sucedido en una confesión”, interesándose después en la defensa de la vida y en la búsqueda de acciones contra el aborto, según relató Paniagua.
Por ese entonces llegó a sus manos una tarjeta de adopción espiritual, dentro de la cual venía la imagen de Jesús con un niño abortado entre sus brazos. Esto la motivó a pedir a los organizadores más de ellas. Le llegaron más de 250 tarjetas con una oración, así como cartas de agradecimiento por haberse unido al programa.
Por propósito de Dios, Iris vino a Costa Rica y se fue a vivir a San Carlos, en La Palmera, e implementó el programa con el fin de conocer la situación del aborto en el país.
Si desea formar parte de este proyecto, llame al 8515-6966.
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